"LOS FUE CURANDO DE SUS ENFERMEDADES" Mt 4, 40

 Pastoral Educativa                           


Querida comunidad educativa:

¡Muy buenos días! Esperamos que se encuentren muy bien…

Ayer, 1 de septiembre, comenzó el mes de la Biblia porque en este mes se celebra a San Jerónimo el día 30 y es quien tradujo la Biblia. La Iglesia ha querido recordar todo este mes la Palabra de Dios, una oportunidad para acercarnos a la palabra para darle un lugar importante en nuestra casa, en nuestro lugar, en nuestro trabajo para leerla, para gustarla, para asimilarla, para rezarla. Dios quiera que la palabra sea siempre, esa palabra que entra a nuestra vida porque son palabras de vida eterna. Es por esto que los invitamos a tomarse su tiempo y descubrir lo que Dios tiene para decirte en la Palabra. 

 

Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.

Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías. Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.

 

Palabra del Señor


 

En este día se nos presenta a Jesús, todavía en Cafarnaúm, en la casa de Pedro, donde libera a su suegra de la fiebre, donde sana enfermos que llevan hasta Él, expulsando demonios y haciéndolos callar, y con una firme convicción de seguir anunciando la buena noticia de Dios a todos.

 

Su presencia, sus manos, su voz, sus gestos, que liberan, sanan y salvan, muestran claramente que el Reino de Dios se hace presente, que es el Mesías, que es el Salvador. Él sigue haciéndose presente, llegando a todos con su Reino, que libera, que sana, que salva.

 

Frente a este Evangelio que se nos proclama hoy es una buena oportunidad para que nos presentemos ante Jesús confiados, descubriendo que es aquello que nos aqueja, de qué necesitamos ser curados por Jesús, porque Su presencia sana, su cercanía sana, enfrenta el compromiso de anunciar el Evangelio, de no quedarse y salir a otras ciudades y otros pueblos. Él fue fiel a su venida porque ha sido enviado, ha sido esa vocación llamado y envió del Señor para anunciar la Buena nueva del reino a todos los hombres.

 

Qué bueno también es descubrir en este evangelio a personas que se hicieron puentes para que Jesús pudiera liberar y sanar, Pedro que le pide que cure a su suegra, las personas que llevan sus enfermos hasta Jesús, que confían y creen que Él puede sanar. Sus nombres no aparecen en el evangelio, pero hicieron posible con su disponibilidad y generosidad que los enfermos o necesitados sean tocados por el Mesías, por Jesús.

Cuántos hombres y mujeres que hoy también siguen haciendo de puentes entre Jesús y los necesitados, que hacen presente y cercano a Jesús, con sus vidas y servicio.

 

¿Quién está necesitando de vos para encontrarse con Jesús?

¿Estás haciendo algo para que puedas y otros puedan ser tocados por Jesús?

 

Señor danos un corazón sencillo para poder reconocer y experimentar a tu hijo Jesús como médico del alma y del cuerpo, como Mesías y Salvador, danos un corazón generoso y servicial para acercar a otros a ti, siendo puentes de gracia, no queriendo retenerte para nosotros sino por el contrario intentar colaborar contigo en el anuncio de la buena noticia de Dios.