PARA MEDITAR EN CUARESMA

EL AYUNO:

Hoy les proponemos reflexionar sobre otro de los pilares de la Cuaresma: el AYUNO.

El ayuno significa que renunciamos a algo con el fin de crear más espacio para lo que es realmente importante en nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.

A veces buscamos llenarnos de cosas y olvidamos que el verdadero tesoro es Dios y nuestra riqueza está en tenerlo a Él y a nuestros hermanos.  Llenar nuestro corazón de cosas materiales que muchas veces no necesitamos, nos impide llenarnos de cosas espirituales.

Veamos lo que nos dice el Evangelio de Mateo 6, 19-21

"No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro estará, también tu corazón".

 

Pensemos las cosas materiales que nos gustan,  seguro  algunos pensarán… la play, la compu, netflix, el celu, entre otros.

 ¿Para qué o por qué son buenas esas cosas y otras?

¿Lo compartimos?

¿Las cosas materiales, pensemos otras... son necesarias? ¿Por qué?

Es verdad que necesitamos cosas materiales como ser el alimento, la ropa, una casa, los útiles para ir al colegio… pero ¿qué pasa si sólo nos preocupamos por llenarnos de esas cosas?

 

 Jesús nos habla los tesoros en el cielo. ¿A qué se refiere?

¿Cuáles serán?

¿Se animan a compartirlos?

 Amor, familia, amigos… ¿Qué otras cosa pueden ser nuestros verdaderos tesoros? ¿Qué les parece si llenamos nuestro corazón de verdaderos tesoros? Los pensamos y los escribimos. Lo guardaremos luego en un lugar especial para cada vez que necesitemos recordarlos.

 

 

 

Reflexión del Papa Francisco del Evangelio según San Juan 8,31-42

 

La antífona del miércoles de la 5ª semana de Cuaresma es una oración de liberación: "Líbrame, Señor, de la ira de mis enemigos. Me elevas por encima de mis adversarios y me salvas del hombre violento" (Sal 17). El Papa Francisco, al introducir la misa de hoy en la Casa Santa Marta, dirige sus pensamientos a los que trabajan en los medios de comunicación:

 

"Hoy me gustaría que rezaramos por todos aquellos que trabajan en los medios de comunicación, que trabajan para comunicar, hoy, para que la gente no se encuentre tan aislada; por la educación de los niños, por la educación, para ayudarles a soportar este tiempo de encierro".

 

En su homilía, Francisco comenta el Evangelio de hoy (Jn 8, 31-42) en el que Jesús dice a los judíos: "Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". Ser discípulo - dijo el Papa - significa dejarse guiar por el Espíritu Santo: por eso el discípulo de Jesús es un hombre de Tradición y novedad, un hombre libre, nunca sujeto a ideologías.

 

En estos días, la Iglesia nos hace escuchar el capítulo octavo de Juan: hay una discusión tan fuerte entre Jesús y los Doctores de la Ley. Y sobre todo, hay un intento de mostrar la propia identidad: Juan intenta acercarnos a esa lucha por aclarar la propia identidad, tanto la de Jesús como la de los médicos. Jesús los pone en un rincón mostrándoles sus contradicciones. Y ellos, al final, no encuentran otra salida que el insulto: es una de las páginas más tristes, es una blasfemia. Insultan a Nuestra Señora, la Virgen Santa.

 

Pero hablando de identidad, Jesús dijo a los judíos que habían creído, les aconsejó: "Si permanecéis en mi palabra, sois verdaderamente mis discípulos". Volvió a esa palabra tan querida por el Señor que la repitió muchas veces, y luego en la cena: "Quédate". "Permanece en mí". Permanece en el Señor. Va a lo más importante, lo que es más peligroso para la vida, si no lo haces: quedarte. "Permanezcan en mi palabra". Y aquellos que permanecen en la palabra de Jesús tienen su propia identidad cristiana. ¿Y cuál es? "Ustedes son verdaderamente mis discípulos". La identidad cristiana es el discipulado. Tú, si permaneces en el Señor, en la Palabra del Señor, en la vida del Señor, serás un discípulo. Si no te quedas, serás uno que simpatiza con la doctrina, que sigue a Jesús como un hombre que hace tanta caridad, es tan bueno, que tiene los valores correctos, pero el discipulado es la verdadera identidad del cristiano.

 

Pido al Señor que nos haga conocer esta sabiduría para que permanezcamos en Él y nos haga conocer esa familiaridad con el Espíritu: el Espíritu Santo nos da libertad. Y esta es la unción. El que permanece en el Señor es un discípulo, y el discípulo es un ungido, un ungido por el Espíritu, que ha recibido la unción del Espíritu y la lleva a cabo. Este es el camino que Jesús nos muestra para la libertad y también para la vida. Y el discipulado es la unción que reciben los que permanecen en el Señor.

Que el Señor nos haga comprender esto que no es fácil: porque los doctores no lo entendieron, no se entiende sólo con la cabeza; se entiende con la cabeza y el corazón, esta sabiduría de la unción del Espíritu Santo que nos hace discípulos.

El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. Aquí sigue la oración recitada por el Papa:

A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Tí. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Que así sea”.

Los invitamos a terminar la reflexión de hoy con una oración:

“Querido Jesús queremos pedirte perdón por no reconocer todas las cosas lindas que tenemos. Te damos gracias por tantos dones recibidos. Y te pedimos que nos ayudes a poder cuidar y reconocer nuestros verdaderos tesoros.”

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

 

Pastoral Educativa