"¿A QUIÉN SE PARECEN ESTOS HOMBRE?" Lc 7,31
Pastoral Educativa
Querida
comunidad educativa:
Nos volvemos a encontrar en torno a la Palabra
de Dios…
Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar
la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
Amén.
Lectura
del Santo Evangelio según San Lucas
7,31-35:
En aquel
tiempo, Jesús dijo: “¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A
quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y
se gritan los unos a los otros:
‘Tocamos la
flauta y no han bailado,
Cantamos
canciones tristes y no han llorado’.
Porque vino
Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ese está
endemoniado’. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Este
hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores’. Pero sólo
aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen”.
Palabra del Señor
Reflexionamos
Las sectas se aprovechan de la
indecisión de muchos cristianos para derrumbarles su fe y para incorporarlos en
sus organizaciones. Por eso hemos de estar vigilantes, afianzando cada vez más
los principios de nuestra fe católica.
Jesús compara a los indecisos
con unos chiquillos que han perdido la capacidad de reaccionar ante las
invitaciones de sus amigos, pues ni bailan ni lloran. Es como cuando vemos el
noticiero y, después de una noticia trágica, pasamos a la información deportiva
como si nada. Nos conmovimos unos segundos y luego nos olvidamos.
Lo mismo sucede cuando entramos
en una iglesia y vemos un crucifijo. Ya no nos llama la atención. ¿Y si
viéramos a un hermano nuestro retorciéndose de dolor, colgado en el madero por
cuatro terribles clavos? ¿No haríamos todo lo posible por bajarle de ahí?
Cristo espera que nuestro
corazón vuelva a palpitar y reaccione ante nuestra realidad y la del mundo. Si
nuestra fe está marchita, es hora de que rejuvenezca. Si Jesús sigue clavado en
la cruz por nosotros, es tiempo de aprovechar la redención.
Porque si no abrimos los ojos,
vendrá alguien a tocar a nuestra puerta y nos arrebatará lo más valioso que
tenemos, sin darnos cuenta.
Meditación
del Papa Francisco
Y así
se entienden los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo:
se pelean, lo ponen a la prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se
trata de la resistencia a ser salvados. Jesús les dice: “Pero yo no les
entiendo” y señala que ellos “son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y
no han bailado; hemos cantado un lamento y no han llorado. ¿Pero qué quieren?
¡Queremos salvarnos como nos gusta!”. Es siempre este el cierre al mundo de
Dios.
Por el
contrario, el 'pueblo creyente' el cual entiende y acepta la salvación traída
por Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del pueblo se reducía en
sustancia a cumplir los 613 preceptos creados por su fiebre intelectual y
teológica.
Ellos
no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios.
Misericordia quiere, no sacrificios. Quieren que todo esté bien acomodado, bien
ordenado, todo claro. Este es el drama de la resistencia para la salvación.
También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro de sí.
Pero
nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A mi manera? ¿Con una
espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está fija, tiene todo
claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea en la vía de Jesús, que siempre
nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a aquel misterio de la
omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón. Nos hará bien pensar
que este drama está en nuestro corazón.
Amén