"HE VENIDO A TRAER FUEGO A LA TIERRA" Lc 12,49
Pastoral Educativa
Querida
comunidad educativa:
Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar
la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12,
49-53:
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “He venido a traer fuego a la
tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un
bautismo, ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan
acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a
traer la paz, sino la división. De aquí en adelante, de cinco que haya en una
familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido
el padre contra el hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la
hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra’’.
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de San Lucas
Cuando se ha entendido que la esencia del
cristianismo se halla en la caridad, en el apasionado amor a Dios y sus cosas,
estas palabras del Señor no deberían sonar extrañas o contradictorias. ¡Fuera
de esto sino todo lo contrario! Es más, Cristo está empleando un lenguaje
contradictorio en apariencia para dar a entender precisamente en qué consiste
el verdadero amor a Él. Sí, porque el amor, realmente como lo ha de entender el
cristiano está muy lejos de ser un diluido sentimiento de afecto, bonito y
pasajero como una flor de primavera.
Más bien es como el fuego que a la vez lo enciende
todo y va consumiendo una y otra cosa; es algo que se extiende, que tiende por
su naturaleza a expandirse con calor, con pasión y que divide a los corazones
fríos y mezquinos que nada más piensan en llenar sus pobres pretensiones. Así
es la caridad. Ese es el fuego que Cristo espera arder en los corazones de los
que le amen.
Están, por tanto, muy lejos de ser sus palabras
interpretadas con la literalidad de la carne. Hay que haber experimentado el
fuego de su amor para entenderlas correctamente.
Pidamos saber amar hasta ser incomprendidos por los
egoístas de nuestro mundo. Pidamos vivir en estado de lucha, en la lucha del
que cree en la fuerza del amor y consigue que el mayor número de seres humanos
conozca a ese Dios que se entregó por ellos por puro amor. En esto conocerán
los demás que somos de Cristo. Y a tener confianza en Él. Porque el amor
siempre logrará la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.
Meditación
del Papa Francisco
La
palabra del Señor, ayer como hoy, provoca siempre una división: la Palabra de
Dios divide, ¡siempre! Provoca una división entre quien la acoge y quien la
rechaza. A veces también en nuestro corazón se enciende un contraste interior;
esto sucede cuando advertimos la fascinación, la belleza y la verdad de las
palabras de Jesús, pero al mismo tiempo las rechazamos porque nos cuestionan,
nos ponen en dificultad y nos cuesta demasiado observarlas.
La
palabra de Cristo es poderosa: no tiene el poder del mundo, sino el de Dios,
que es fuerte en la humildad, también en la debilidad. Su poder es el del amor:
este es el poder de la Palabra de Dios. Un amor que no conoce confines, un amor
que nos hace amar a los demás antes que a nosotros mismos. (Homilía de S.S.
Francisco, 21 de marzo de 2015).
Amén