EL LLAMADO DE JESÚS A LA FIDELIDAD


   Equipo Pastoral       

 

Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 5,27-32:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

 


                                                                                                                                     
Palabra del Señor

 

 

Reflexionamos

 

En la vida de San Antonio de Padua se cuenta un hecho que sucedió a raíz de este evangelio: un joven que le dio un puntapié a su madre oyendo hablar al santo sobre este pasaje evangélico se desesperó y se cortó el pie. La madre del muchacho acudió desesperada al predicador, éste vino y puso el pie en su lugar, y el joven milagrosamente fue curado.

 

Este evangelio no es para tomarlo al pie de la letra en lo que respecta a la integridad física, debemos tomarlo al pie de la letra en lo que atañe al bien espiritual.

 

Cristo es muy sabio al darnos estos consejos, porque no quiere el mal de nuestro cuerpo, quiere el bien del alma. Así como es doloroso cortarse un miembro sin anestesia, así más dolor causa al alma el perder un miembro por utilizarlo en el pecado.

 

Cuando hay verdadero amor de un hombre por una mujer, de una mujer por un hombre, de los enamorados entre sí, de los adolescentes a la vida,... de todos a Dios, no se puede mirar a una mujer deseándola.

 

Todos somos hijos del Padre Eterno, y como hijos de un mismo Padre debemos mirar no lo que llevamos encima, sino más bien lo que hay en el corazón del hombre: un pequeño reflejo del fuego del amor de Dios.

                                       

A modo de oración, le pidamos a Dios que nos ayude, hablemos con Él, le digamos que queremos estar cerca suyo, que necesitamos de su ayuda. Amén