"LO QUE DIOS HA UNIDO, QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE" Mt 19,6
Pastoral Educativa
Querida comunidad educativa:
Nos volvemos a
encontrar en torno a la Palabra de Dios…
Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración
de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura
del Santo Evangelio según San
Mateo 19, 3-12
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerle una trampa: “¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?” Jesús les respondió: “¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo: ‘Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola cosa?’ De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Pero ellos replicaron: “Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?” Jesús les contestó: “Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio”. Entonces le dijeron sus discípulos: “Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse”. Pero Jesús les dijo: “No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo”.
Palabra del Señor
Los invitamos a que después de leer el
Evangelio, veamos lo que Dios nos dice a cada uno en su Palabra…
Los fariseos atraen a Jesús a una noción de matrimonio,
acerca de la cual había mucha controversia. Todos estaban de acuerdo en que un
hombre podía divorciar a su mujer. La disputa era acerca de los motivos por los
cuales un hombre podía divorciase de su esposa. Había una visión que sostenía
que este podía hacer esto por la razón más trivial; había una visión opuesta la
cual proponía que sólo la razón más seria justificaba un divorcio. Los fariseos
deseaban forzar a Jesús para que tomara posición y así ganar enemigos.
El debate del
divorcio estaba vigente en el tiempo de Jesús. Su enseñanza es clara. Él dice
que un hombre y una mujer casados son una sola carne. El matrimonio en el plan
de Dios está destinado a ser para toda la vida. Sin embargo, siendo el hombre
misericordioso que es, Jesús sabe que no todos pueden, o quieren, aceptar su
enseñanza.
El matrimonio es un don nacido del corazón de
Dios.
Mencionas
en este pasaje, Señor, la dureza de corazón. Creo que éste es uno de los
principales motivos del mal en el mundo de hoy. A veces mi corazón se ha
transformado en una roca. Una roca indiferente ante el dolor ajeno, impermeable
ante el amor del prójimo, dura con los juicios a los demás, seca ante las obras
de misericordia.
Éste es el
corazón que a veces llevo dentro de mí. Señor, no permitas en mí la dureza de
corazón, como la de los fariseos, porque ella me lleva a sólo buscar mis
intereses, a olvidar lo importante en la vida, a descuidar mi vida de unión
contigo, a pactar con la tibieza. Dame, Señor, un corazón como el tuyo. Un
corazón que sepa mirar todos los aspectos de mi vida como Tú los ves. Dame,
Jesús, tu corazón y toma Tú el mío.
Tú también
me hablas del matrimonio, de la familia. Te presentas como el mejor y mayor
defensor de la familia. No eres el que simplemente impone leyes que cumplir,
sino que eres el Dios que busca lo mejor para sus hijos y por ello les ayuda en
lo que mejor les conviene en sus vidas. El matrimonio es un don nacido de tu
corazón y no del corazón del hombre. Es por ello que para Ti el matrimonio
tiene un valor único y precioso. Dame la gracia, Señor, de valorar y defender
el don de la familia.
«Nosotros debemos caminar con estas dos cosas
que Jesús nos enseña: la verdad y la comprensión. Y esto no se resuelve como
una ecuación matemática, sino con la propia carne: es decir, yo cristiano ayudo
a esa persona, a aquellos matrimonios que atraviesan una dificultad, que están
heridos, en el camino de acercamiento a Dios. Permanece el hecho que la verdad
es aquella, pero esta es otra verdad: todos somos pecadores, en camino. Y
siempre está este trabajo por hacer: cómo ayudar, cómo acompañar, pero también
cómo enseñar a aquellos que se quieren casar, cuál es la verdad sobre el
matrimonio.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de
2016, en santa Marta).
El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer
que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y
querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la
felicidad en esta vida.
El Papa Francisco se refiere a este
exigente texto en “La Alegría del Amor”. La comunidad cristiana, dice él, debe
ser siempre compasiva, e integrar a aquellos que no pueden alcanzar el ideal de
Jesús para el matrimonio. Integración es la clave para su cuidado pastoral,
cuidado que debería permitirles a ellos reconocer, no solo que pertenecen a la
Iglesia como cuerpo de Cristo, si no también saber que pueden tener en ella una
experiencia gozosa y fructífera. La condena no ayuda; en cambio deben ser
animados a discernir sobre qué pueden hacer. Después de todo, ellos todavía son
amados sin límites, y llamados a ser hijas e hijos de Dios.
Hoy, a la luz del Evangelio hagamos una oración, por
quienes han sido llamados al camino matrimonial; por su fidelidad en el camino
que se han dispuesto recorrer… pero también que nuestra oración fraterna y
misericordiosa, se dirija a quienes por alguna razón se han separado en este
camino. Le pidamos a
Dios que bendiga los matrimonios que conocemos, por aquellos que están en
dificultad y también por cada matrimonio del mundo.