" EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ, LA ENCONTRARÁ" Mt 16,25
Equipo
Pastoral
Querida comunidad educativa:
Nos
volvemos a encontrar en torno a la Palabra de Dios…
Nos ponemos en presencia de Dios
para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16,24-28:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras. Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey’’.
Palabra del Señor
Reflexionamos…
Un sacerdote tuvo que realizar un viaje a Estados Unidos y en
el avión coincidió con un empresario muy importante. Después de un rato de
diálogo, el millonario le contó esta confidencia: Daría con gusto gran parte de
mi dinero con tal de volver a tener la experiencia de Dios que viví hace muchos
años.
La amistad con Cristo no se paga con dinero, es gratis. Por
eso es tan difícil lograrla, porque no se vende en ningún establecimiento. No
es una mercancía, pero es el bien más cotizado del mundo. Y por desgracia,
también el más desconocido.
¿Cómo se logra esa amistad? En primer lugar, haciéndose como
Cristo. Para eso hay que empezar a conocerlo; leer el Evangelio, acudir a los
sacramentos, dedicar momentos diarios a la oración, etc. Es necesario
"empaparse" de sus enseñanzas, que son divinas. Es entonces cuando
damos un fundamento sólido a nuestra vida cristiana.
Jesús nos avisa que esa transformación en Él es costosa, como
cargar con una cruz sobre los hombros. No hay que engañarse. Pero también es la
manera más plena de vivir, despreocupándose de los propios intereses y tratando
a los demás como Cristo lo haría. Es así como podremos experimentar su amistad
y cercanía. Así "recobramos" nuestra alma para el Señor y ayudamos,
con nuestro testimonio, a los otros.
Meditación del Papa Francisco sobre el Evangelio de hoy:
Que tome su cruz y me siga.
El Evangelio de hoy nos alienta a la alegría y, asimismo, a
aceptar el sufrimiento, la cruz, inseparables del seguimiento de Jesús. ¿Tengo
experiencia de ambas realidades? ¿Sé armonizarlas en mi vida? A nadie le gusta
sufrir. Pero el sufrimiento viene sin que lo busquemos. Todos podemos hablar de
nuestra cruz de cada día. También de la lucha diaria por seguir a Jesús en
medio de una sociedad que piensa y vive lo contrario.
En este Evangelio de Mateo, Jesús nos anima a seguirlo, a
poner nuestros pasos en sus huellas. Jesús nos invita a superar nuestro
egoísmo, a tomar nuestra cruz y a dar la vida por su reino.
La recompensa será enorme: Porque el Hijo del hombre ha de
venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces
dará a cada uno lo que merecen sus obras.
Y quien sigue a Cristo tiene que aceptar llevar su cruz. Lo
dice Jesús, en seguida, para hacer comprender a sus discípulos que sería una
ilusión pensar en seguirlo, pero sin llevar con Él la cruz: “El que quiera
seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.” ¿Después
del pecado, es éste el único camino de salvación para los individuos y para la
humanidad entera?
Pedro no entendía las cosas de Dios, del mismo modo, por no
situarnos nosotros en el plan del Padre, se nos hace difícil entender sus
obras, sus planes para con nosotros. Tenemos necesidad de despojarnos de los
criterios del hombre, de nuestros quereres, preferencias y egoísmo y adoptar
sólo y únicamente el de Jesucristo.
«No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz
ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por
los demás con amor —por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también
por los enemigos—, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los
pobres, para comprometerse por la justicia y la paz. Asumiendo esta actitud,
estas cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que “quien
perderá la propia vida [por Cristo], la salvará”. Es un perder para ganar.»
Amén.