SOLEMNIDAD CORPUS CHRISTI
Equipo
Pastoral
Queridas familias:
Nos
ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura
del Santo Evangelio según San Mateo 10,7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «ld
y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para
el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el
obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay
allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una
casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si
no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»
Palabra del Señor
Hoy celebramos como Iglesia la Solemnidad del “Corpus Christi”.
Un milagro eucarístico del siglo XIII fue el origen de la
Fiesta del Corpus Christi, que la Iglesia celebra el jueves siguiente a la
Solemnidad de la Santísima Trinidad.
“Corpus
Christi” es la fiesta del Cuerpo y la Sangre
de Cristo, de la presencia de Jesús
en la Eucaristía. Este día
recordamos la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el
vino en su Cuerpo y en su Sangre.
Celebrar la solemnidad del Cuerpo y la
Sangre de Jesús es celebrar la fiesta del amor absoluto. Es adorar a Aquel que se quedó como
alimento de un pueblo hambriento, pero también es sentir el llamado constante a
configurar nuestra vida con Aquel a quien recibimos en la Eucaristía, hacernos
uno con Él.
El
Papa Francisco nos dice “El Señor hace cosas grandes con nuestra pequeñez, como
hizo con los cinco panes. No realiza milagros con acciones espectaculares, sino
con gestos humildes, partiendo con sus manos, dando, repartiendo, compartiendo.
La omnipotencia de Dios es humilde, hecha sólo de amor. Y el amor hace obras
grandes con lo pequeño. La Eucaristía nos los enseña: allí está Dios encerrado
en un pedacito de pan. Sencillo y esencial, Pan partido y compartido, la
Eucaristía que recibimos nos transmite la mentalidad de Dios. Y nos lleva a
entregarnos a los demás. Es antídoto contra el “lo siento, pero no me
concierne”, contra el “no tengo tiempo, no puedo, no es asunto mío.”
Jesús se acerca a cada uno de nosotros en la Eucaristía y nos
dice: «Déjame ser parte de tu vida y alimentarte (Ap 3,20). Tienes hambre y Yo soy el alimento para
saciarte» (Juan 6,54-55).
En esta Solemnidad Jesús se nos hace inimaginablemente
cercano. El Señor nos alimenta, nos
fortalece, nos acompaña, nos sostiene cuando nos faltan las fuerzas, nos nutre
interiormente.
Hoy les proponemos expresarle nuestro agradecimiento por quedarse con nosotros, de manera absolutamente real y misteriosa, en la Eucaristía.