PARA MEDITAR Y VIVIR EN FAMILIA LA PASCUA!!!
Equipo
Pastoral
Lunes
4 de Mayo
Evangelio
del día según San Juan (10, 11-18)
En aquel tiempo, Jesús dijo a
los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas.
En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas,
cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre
ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor, porque
conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí
y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas
que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas;
escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
El Padre me ama porque doy mi
vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo
poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato
que he recibido de mi Padre’’.
Palabra de Dios.
Reflexión del Papa
Francisco del Evangelio de hoy
En
la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, este lunes de
la IV Semana de Pascua, el Papa Francisco pidió por las familias que se encuentran
encerradas en casa a causa de las medidas restrictivas para detener la
propagación del coronavirus:
“Oremos
hoy por las familias: en este tiempo de cuarentena, la familia, encerrada en
casa, intenta hacer muchas cosas nuevas, tanta creatividad con los niños, con
todos, para ir adelante. Y también está la otra cosa, que a veces hay violencia
doméstica. Oremos por las familias, para que continúen en paz con creatividad y
paciencia, en esta cuarentena”.
En
su homilía el Papa Francisco comentó el pasaje del Libro de los Hechos de los
Apóstoles (11,1-18) en el que Pedro, reprochado por sus hermanos todavía atado
a las normas mosaicas de haber comido en una casa de paganos, cuenta cómo el
Espíritu Santo descendió también sobre ellos. Pedro – afirmó el Pontífice – lo
había hecho porque el Espíritu Santo lo había guiado. Pero en la Iglesia,
observó el Papa, siempre existe esta creencia de considerarse uno mismo como
justo y considerar a los demás como pecadores. Esta es una enfermedad de la
Iglesia que nace de las ideologías, precisó el Obispo de Roma, es un
pensamiento mundano que se convierte en un intérprete de la ley. Y estas ideas
crean división, hasta el punto de que la división se vuelve más importante que
la unidad.
Otro
aspecto importante que resaltó el Papa Francisco emerge del Evangelio del día
de hoy (Jn 10, 11-18), en el que Jesús dice que Él también tiene otras ovejas
que no vienen de este redil y que también debe guiarlas. Escucharán su voz y se
convertirán en un solo rebaño, un solo pastor. El Papa recordó que Jesús vino
por todos, murió por todos. Incluso para las personas que no creen en Él o son
de otras religiones: él vino para todos. Sólo tenemos un Redentor.
Cuando
Pedro subió a Jerusalén, los fieles le reprocharon. Le reprocharon que había
entrado en la casa de los incircuncisos y comido con ellos, con los gentiles:
eso era un pecado. La pureza de la ley no lo permitía. Pero Pedro lo había
hecho porque el Espíritu lo había llevado allí. Siempre hay en la Iglesia – en
la Iglesia primitiva tanto, porque la cosa no estaba clara – este espíritu de
"nosotros somos los justos, los otros los pecadores". Este
"nosotros y los otros", "nosotros y los otros", las
divisiones: "Tenemos precisamente la posición correcta ante Dios". En
cambio hay "los otros", también se dice: "Son los
"condenados", sí. Y esta es una enfermedad de la Iglesia, una
enfermedad que surge de las ideologías o partidos religiosos... Pensar que en
la época de Jesús, por lo menos había cuatro partidos religiosos: el partido de
los fariseos, el partido de los saduceos, el partido de los zelotes y el
partido de los esenios, y cada uno interpretaba "la idea" que tenía
de la ley. Y esta idea es una escuela de malhechores cuando es una forma de
pensar, de sentirse mundano que se convierte en un intérprete de la ley.
También se reprochó a Jesús que entrara en casa de los publicanos –que eran
pecadores, según ellos – y que comiera con ellos, con los pecadores, porque la
pureza de la ley no lo permitía; y que no se lavara las manos antes del
almuerzo... Pero siempre ese reproche que hace la división: esto es lo
importante, que quiero subrayar.
Hay
ideas, posiciones que hacen la división, hasta el punto de que la división es
más importante que la unidad. Mi idea es más importante que el Espíritu Santo
que nos guía. Hay un Cardenal emérito que vive aquí en el Vaticano, un buen
pastor, y dijo a sus fieles: "Pero la Iglesia es como un río, ¿saben?
Algunos están más de este lado, otros del otro, pero lo importante es que todos
están dentro del río". Esa es la unidad de la Iglesia. Nadie afuera, todos
adentro. Luego, con las peculiaridades: esto no es dividir, no es ideología, es
legal. ¿Pero por qué la Iglesia tiene este ancho de río? Es porque el Señor lo
quiere así.
El
Señor, en el Evangelio, nos dice: "Tengo otras ovejas que no vienen de
este redil. Tengo que conducir a ellas también. Escucharán mi voz y se
convertirán en un solo rebaño y un solo pastor". El Señor dice:
"Tengo ovejas por todas partes, y soy el pastor de todos". Este
"todos" en Jesús es muy importante. Pensemos en la parábola de la
fiesta de la boda, cuando los invitados no querían ir: uno porque había
comprado un campo, otro porque se había casado... todos dieron su razón para no
ir. Y el Maestro se enfadó y dijo: "Ve a la calle y trae a todos a la
fiesta". Todos ellos. Grandes y pequeños, ricos y pobres, buenos y malos.
Todo el mundo. Este "todos" es un poco la visión del Señor que vino
por todos y murió por todos. "Pero, ¿también murió por ese miserable que
me hizo la vida imposible?" También murió por él. "¿Y por ese
bandido?" Murió por él. Por todos. Y también por las personas que no creen
en él o son de otras religiones: murió por todos. Eso no significa que tengas
que hacer proselitismo: no. Pero murió por todos, justificó a todos.
Aquí
en Roma hay una señora, una buena mujer, una profesora, la profesora Mara, que
cuando tenía problemas... y había fiestas, decía: "Pero Cristo murió por
todos: ¡sigamos!". Esa capacidad constructiva. Tenemos un Redentor, una
unidad: Cristo murió por todos. En cambio la tentación... Pablo también sufrió
la tentación: "Soy de Pablo, soy de Apolo, soy de esto, soy de lo
otro...". Y piense en nosotros, hace cincuenta años, después del Concilio:
las cosas, las divisiones que sufrió la Iglesia. "Yo soy de este lado,
creo que sí, tú así...". Sí, es legítimo pensar así, pero en la unidad de
la Iglesia, bajo el Pastor Jesús.
Que
el Señor nos libere de esa psicología de la división, del dividir, y nos ayude
a ver esto de Jesús, esta gran cosa de Jesús, que en Él todos somos hermanos y
Él es el Pastor de todos. Esa palabra, hoy: "¡Todos, todos!", que nos
acompañe durante todo el día.
Actividad del Día
Hoy
Jesús nos invita a estar unidos como familia, por eso, nosotros los invitamos a
ustedes a compartir juntos en la mesa de hoy una actividad. Les proponemos que
hoy, lean todos juntos la Homilía de Francisco y conversen lo mismo que él nos
propone, sobre la Iglesia y sus divisiones, sobre todas las personas y nuestros
conflictos. ¿Cuantas veces pensamos mal del otro? o ¿La Iglesia debería hacer
esto y esto, no lo que está haciendo? ¿Cómo podemos ayudar nosotros como
familia para que la Iglesia sea más unida? ¿Qué gesto de amor o solidaridad
podríamos hacer por algún familiar, vecino, o persona que lo necesite?
Como
vemos en el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a ser unidos, a estar juntos. Así
que también les proponemos que luego de la cena, hagamos una oración por las
familias que sufren violencia doméstica en esta cuarentena, por las familias
que no encuentran la unión, por las familias que están alejadas de Dios.