PARA MEDITAR Y VIVIR EN FAMILIA LA PASCUA!!!
Equipo
Pastoral
Evangelio del día según San
Juan 3, 16-21:
Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de
los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque
Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se
salve por él.
El
que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha
creído en el nombre del Hijo único de Dios.
El
juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la
tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
Pues
todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz y para no
verse acusado por sus obras.
En
cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus
obras están hechas según Dios.
Palabra de Dios.
En el día de hoy les proponemos para los que deseen realizar en familia una manualidad que está relacionada con el Evangelio de hoy… para recordar todos los días cuánto nos ama Dios. A continuación algunos ejemplos:
Luego, pueden
enviarnos su foto a pastoralinmacu@gmail.com ¡Gracias!
Extracto del Papa
Francisco sobre el Evangelio de hoy:
En
la Misa matutina de este Miércoles de la Segunda Semana de Pascua, el Papa
Francisco elevó su oración por Europa, para que logre la unidad fraterna soñada
por los padres fundadores.
En
su homilía, el Papa Francisco comentando el Evangelio de hoy (Jn 3, 16-21) en
el que Jesús dice a Nicodemo que "tanto amó Dios al mundo que envió a su
único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga la
vida eterna". El amor de Dios parece una locura – dijo el Papa – el Padre
nos dio el único Hijo que murió en la cruz por nosotros.
Dios
nos ama y nos ama – como dice un santo – con locura: el amor de Dios parece una
locura. Nos ama: "Tanto amó al mundo que dio a su único Hijo". Dio a
su Hijo, envió a su Hijo y lo mandó a morir en la cruz. Cada vez que miramos el
crucifijo, encontramos este amor.
Mirar
al crucificado en silencio, mirar sus heridas, mirar el corazón de Jesús, mirar
el conjunto: Cristo crucificado, el Hijo de Dios, aniquilado, humillado... por
amor.
Un
punto que también nos ayudará: “La luz vino al mundo, pero los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Jesús también toma
esto de la luz. Hay personas – incluso nosotros, muchas veces – que no podemos vivir
en la luz porque están acostumbrados a la oscuridad. La luz los deslumbra, no
pueden ver. Son murciélagos humanos: sólo saben moverse en la noche. Y nosotros
también, cuando estamos en pecado, estamos en este estado: no toleramos la luz.
Es más cómodo para nosotros vivir en la oscuridad; la luz nos abofetea, nos
hace ver lo que no queremos ver. Pero lo peor es que los ojos, los ojos del
alma de tanto vivir en la oscuridad se acostumbran tanto a ella que terminan
ignorando lo que es la luz. Perder el sentido de la luz porque me acostumbro
más a la oscuridad. Y tantos escándalos humanos, tantas corrupciones nos
señalan esto. Los corruptos no saben lo que es la luz, no lo saben. Nosotros
también, cuando estamos en un estado de pecado, en un estado de alejamiento del
Señor, nos volvemos ciegos y nos sentimos mejor en la oscuridad y vamos así,
sin ver, como los ciegos, moviéndonos como podemos.
Dejemos
que el amor de Dios, que envió a Jesús para salvarnos, entre en nosotros y la
luz que trae Jesús, la luz del Espíritu entre en nosotros y nos ayude a ver las
cosas con la luz de Dios, con la verdadera luz y no con la oscuridad que nos da
el señor de las tinieblas.
Dos
cosas, hoy: el amor de Dios en Cristo, en el crucificado; en lo cotidiano, en
la pregunta diaria que podemos hacernos: "¿Camino en la luz o camino en la
oscuridad? ¿Soy hijo de Dios o terminé siendo un pobre murciélago?".