RECONOCER EL TIEMPO DE DIOS
Pastoral Educativa
Querida comunidad educativa:
¡Muy buenos días! Los invitamos a ponernos en presencia de Dios un día
más para comenzar con la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según
San Lucas 19, 41-44
En
aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad,
lloró por ella y exclamó:
“¡Si
en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está
oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de
trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán
a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no
aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”.
Palabra del Señor
Una vez más el Evangelio nos ilumina en nuestras vidas y nos
enseña cosas muy importantes para tener en cuenta. El Evangelio nos quiere
advertir sobre la necesidad de estar atentos al momento en que Dios se acerca a
nosotros, porque el Señor siempre quiere darnos algo nuevo, quiere llamarnos
con todo su amor a la respuesta de nuestra vida.
Seguramente muchos de nosotros nos hemos equivocado y nos hemos
lamentados por ciertas cosas. Y sufrimos muchas veces por responsabilidad
nuestra, muchas veces nosotros creamos nuestras lamentaciones. ¿Por qué? Por
descuidos, por egoísmo, por cerrazón, por falta de interés, por frialdad.
Cuando no hacemos algo de lo que teníamos que hacer, no sólo
sufrimos nosotros, sino que también sufren los que nos aman, sufre toda la humanidad.
Hoy vemos a Jesús que llora por Jerusalén, llora porque la misma Jerusalén no
aceptó las atenciones de Dios por ella, Jerusalén se hizo la ciega y sorda ante
la presencia de Dios. Pensemos también nosotros cuántas veces hicimos sufrir a
los que nos aman? ¿Cuántas veces nos hicieron atenciones y se preocuparon por
nosotros y les fuimos indiferentes? ¿Cuántas veces?
nuestra vida está llena de
Dios. Y Dios pasa cotidianamente, continuamente, diariamente por nuestra
vida. El problema no es descubrir si Dios pasa o no pasa. El problema descubrir
cómo. El problema es saber ver. El problema es tomar conciencia de que nuestra
vida está plagada de Dios.
Pero justamente es que
reconociendo el paso de Dios por nuestra vida vamos a poder descifrar de alguna
manera la pregunta de Dios, vamos a poder discernir sus caminos. Vamos a poder
en definitiva saber dónde está Dios y donde estamos nosotros; qué quiere Dios
de cada uno de nosotros y cómo en definitiva nosotros queremos caminar los
caminos de nuestra vida.
Dios
no está por fuera del mundo. Está
presente en lo cotidiano de mi vida. Y la lamentación que tiene Jesús sobre
Jerusalén puede también ser una lamentación de nuestra vida. Puede ayudarnos a
prevenir “ojo” por cómo vivimos. “Ojo” por cómo hacemos las cosas o por las
motivaciones que tenemos nosotros al ponernos muchas veces a servir a nuestros
hermanos no sea que nos estemos escapando y que no estemos descubriendo el
tiempo en que Dios nos visita.
¿Para
eso qué hace falta? Silencio. Para eso hace falta disponernos. Para eso hace
falta un lindo examen de conciencia para poder descubrir en qué momento de mi
vida Dios pasó con mayor fuerza y yo lo puedo ver así. Y esto en definitiva me
ayuda a conocer más a Dios y a poder conocerme más a mí.
A
Dios hay que buscarlo en la vida porque sale al encuentro en los
acontecimientos cotidianos que tienen que ver también con nuestros hermanos que
claman, que sufren, que necesitan, que nos piden… incluso hasta nos exigen que
nosotros le demos respuesta. Dios se reviste de mi hermano necesitado para
salir a nuestro encuentro.
Hermano
y hermana que este lamento de Jesús no sea un lamento triste para nuestra vida,
sino que sea oportunidad de poder revisarla para poder descubrir con mirada
agradecida el paso de Dios por cada una nuestra vida y de nuestra historia y de
obrar en consecuencia.
Amén.