"EL QUE NO ESTÁ CONMIGO, ESTÁ CONTRA MÍ" Lc 11,23
Pastoral Educativa
Querida comunidad educativa:
Nos
ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.
En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas 11, 15-26:
En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: “Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.
Pero
Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: ‘’Todo reino dividido por
luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también
está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo
arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién
los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero
si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado
a ustedes el Reino de Dios.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando
el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en
busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y
al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete
espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de
aquel hombre resulta peor que la de antes”.
Palabra del Señor
Reflexión
del Evangelio de San Lucas
Uno
de los factores que ayudaron al éxito del cristianismo en el mundo antiguo fue
la fuerza arrolladora que tenía frente a los demonios. La existencia del
demonio era -y sigue siendo- tan evidente que todas las religiones creían
firmemente en él, sin embargo nadie se atrevía a un enfrentamiento directo con
el señor del mal.
Cristo
primero, los apóstoles después, y una catarata de santos en los siglos
posteriores, han vencido plenamente a Satanás, sea en enfrentamiento directo
(exorcismos) sea logrando apartar a los hombres de los tentadores caminos del
mal. El cristiano vence a Satanás porque tiene a Dios morando en su alma.
Cristo
echa a los demonios porque el reino de Dios está ya entre nosotros y los que
siguen a Cristo convierten su vida en un milagro perpetuo en el que Belcebú
carece de potencia y de valor. El demonio está cada día intentando que nos
apartemos del camino, que nos desviemos, abandonemos o ralenticemos el paso. En
ocasiones muy contadas y excepcionales el demonio se deja ver de manera
explícita y son pocos a los que se muestra. La mayoría de las veces, y no por
ello menos peligrosas, aparece de la forma más sugerente, sutil y solapada.
Pensar
que sinónimo de «carácter» es dejarse llevar por el mal genio, que «tener
personalidad» es no ceder y dejarse llevar por el egoísmo, que «dignidad» es no
dejarse engañar por excesos de entrega o que la «fidelidad» a tu pareja es algo
aburrido y carente de aventura. Todos estos postulados y muchos más imperan en
nuestros días y lo más importante en nuestro interior, porque simplemente no
conocemos el esplendor, la belleza y el atractivo de la verdad. El demonio sabe
todo esto y por eso se encarga de no dejarnos ver, incluso de presentarnos
nuestra lucha cristiana como un ir en contra de nuestros deseos y de lo
atrayente y ceder a ciegas para amar a Jesús. La fuerza de Cristo es verdad, es
bien, es belleza. Y cuando esto es conocido por el hombre es de tal fuerza que
difícilmente nos podemos apartar del camino.
Esta
es la verdad de nuestras vidas que Jesús quiere enseñarnos -y el demonio bien
conoce-, que tenemos que ponderar y sobre la que hemos de preguntarnos sin
miedo.
Meditación del Papa Francisco
Cuando
el espíritu inmundo sale del hombre, ‘vaga por lugares desiertos, buscando
reposo, y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando la
encuentra ‘barrida y adornada’, entonces va y ‘toma otros siete espíritus
peores que él, que vienen y toman posesión de la morada’. Y, así, el postrer
estado de aquel hombre resulta peor que el primero.
La
vigilancia…, porque la estrategia de él es aquella: ‘Te has convertido en un
cristiano, ve adelante en tu fe, te dejo, te dejo tranquilo. Pero luego, cuando
te acostumbras y no vigilas tanto y te sientes seguro, voy a estar de vuelta’.
¡El evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y termina con el demonio
que vuelve! San Pedro lo dijo: “Es como un león feroz, que gira a nuestro
alrededor". Es así.
‘Pero,
padre, ¡usted es un poco anticuado! Nos hace asustar con estas cosas...’. ¡No,
yo no! ¡Es el Evangelio! Y no se trata de mentiras: ¡es la Palabra del Señor!
Le pedimos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él vino a luchar
por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! Por favor, ¡no hagamos tratos
con el diablo! Él trata de volver a casa, a tomar posesión de nosotros... ¡No
relativizar, sino vigilar! ¡Y siempre con Jesús! (Cf. S.S. Francisco, 11 de
octubre de 2013, homilía en Santa Marta).
Amén