PARA MEDITAR Y VIVIR EN FAMILIA LA PASCUA!!!
Equipo
Pastoral
Miércoles
29 de Abril
Evangelio
del día según San Juan (6, 35-40)
En
aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Yo soy el pan de la vida. El que viene
a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les
he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia
mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no
para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y
la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado,
sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que
todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el
último día’’.
Palabra de Dios.
Reflexión del Papa
Francisco del Evangelio de hoy
Francisco
presidió la misa en la Casa Santa Marta el día en que la Iglesia celebra la
fiesta de Santa Catalina de Siena, virgen, doctora de la Iglesia, patrona de
Italia y de Europa.
En
su homilía, el Papa comentó la Primera Carta de San Juan (1 Jn 1, 5-2, 2) en la
que el Apóstol afirma que Dios es luz y si decimos que estamos en comunión con
él, también estamos en comunión unos con otros, y la sangre de Jesús nos
purifica de todo pecado. Y señala: el que dice que está sin pecado se engaña a
sí mismo, pero si confiesa su pecado, Dios le perdona y le limpia de toda
iniquidad. El apóstol - observa Francisco - llama a la concreción, a la verdad:
dice que no podemos caminar en la luz y estar en las tinieblas. Peor es caminar
en el gris, porque te hace creer que estás caminando en la luz y esto te
tranquiliza. El gris es muy traicionero. Lo contrario es la concreción de
reconocer los propios pecados. La verdad es concreta: significa confesar los
pecados no de manera abstracta, sino concreta. Como dice el Evangelio de San
Mateo (11, 25-30), en el que Jesús alaba al Padre porque escondió el Evangelio
a los sabios y doctos y lo reveló a los pequeños. Los pequeños -subraya el
Papa- confiesan sus pecados de forma sencilla, dicen cosas concretas porque
tienen la sencillez que Dios les da. También nosotros debemos ser sencillos y
concretos y confesar nuestros pecados con humildad y vergüenza. Y el Señor nos
perdona: debemos dar el nombre a los pecados. Si somos abstractos al
confesarlos, somos genéricos, terminamos en las tinieblas. Es importante - dice
el Papa - tener la libertad de decir al Señor las cosas como son, tener la
sabiduría de la concreción, porque el diablo quiere que vivamos en el gris, ni
blanco ni negro. Al Señor no le gustan los tibios. La vida espiritual es
simple, pero nosotros la complicamos con matices. Pidamos al Señor -concluye
Francisco- la gracia de la sencillez, la transparencia, la gracia de la libertad
y de conocer bien quiénes somos ante Dios.
El
apóstol San Pablo dice: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos y la verdad no está en nosotros". Y aquí hay una cosa que
puede engañarnos: decir "todos somos pecadores", como quien dice
"buenos días", "feliz jornada", una cosa habitual, incluso
una cosa social, y así no tenemos una verdadera conciencia del pecado. No: soy
un pecador por esto, esto, esto. La concreción. La concreción de la verdad: la
verdad siempre es concreta; las mentiras son etéreas, son como el aire, no
puedes agarrarlas. La verdad es concreta. Y no puedes ir a confesar tus pecados
de forma abstracta: "Sí, yo... sí, perdí la paciencia una vez, volví a
perder la paciencia...", y cosas abstractas. "Soy un pecador". La
concreción: "Yo hice esto. Esto es lo que pensé. He dicho esto." La
concreción es lo que me hace sentir como un pecador en serio y no un pecador en
el aire.
Jesús
dice en el Evangelio: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas
revelado a los pequeños". La concreción de los pequeños. Es hermoso escuchar a los pequeños cuando
vienen a confesarse: no dicen cosas extrañas, en el aire; dicen cosas
concretas, y a veces demasiado concretas porque tienen esa simplicidad que Dios
da a los pequeños. Recuerdo siempre a un niño que una vez vino a decirme que
estaba triste porque se había peleado con su tía... Luego siguió. Le dije: "¿Qué has
hecho?" - "Eh, yo estaba en casa, quería ir a jugar al fútbol - un
niño, ¿eh? - pero la tía, la mamá no estaba allí, ella le dijo: "No, no
salgas: primero tienes que hacer los deberes". Palabra más, palabra menos
y al final le dije que se fuera a aquel lugar". Era un niño de gran cultura
geográfica... ¡Incluso me dijo el nombre del país al que había enviado a su tía!
Son así: simples, concretos.
Ayer
recibí una carta de un chico de Caravaggio. Se llama Andrea. Y me dijo cosas
sobre él: las cartas de los chicos, de los niños, son hermosas, por su concreción.
Y me decía que había escuchado la misa en la televisión y que tenía que
"reprocharme" una cosa: que yo diga "Que la paz esté con
ustedes", "y no puedes decir esto porque con la pandemia no podemos
tocarnos". No ve que ustedes hacen así con la cabeza y no se tocan. Pero
la libertad de decir las cosas como son.
Nosotros
también, con el Señor, la libertad de decir las cosas como son: "Señor, yo
estoy en pecado: ayúdame". Como Pedro después de la primera pesca
milagrosa: "Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador. Tener esta
sabiduría de la concreción. Porque el diablo quiere que vivamos en la tibieza,
tibios, en el gris: ni bueno ni malo, ni blanco ni negro: gris. Una vida que no
complace al Señor. Al Señor no le gustan los tibios. Concreción. No para ser
mentirosos. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para
perdonarnos: nos perdona cuando somos concretos. La vida espiritual es tan
simple, tan sencilla; pero nosotros la complicamos con estos matices, y al
final nunca llegamos...
Pidamos
al Señor la gracia de la sencillez y que nos dé esta gracia que da a la gente
sencilla, a los niños, a los jóvenes que dicen lo que sienten, que no ocultan
lo que sienten. Incluso si es algo equivocado, pero lo dicen. También con Él,
decir las cosas: transparencia. Y no vivir una vida que no es ni una cosa ni la
otra. La gracia de la libertad para decir estas cosas y también la gracia de
conocer bien quiénes somos ante Dios.
Actividad del Día
Hoy
invitamos a los más grandes a ver la película “La Cabaña”, en donde al igual
que Francisco, se nos invita a perdonar y a pedir perdón. Les vamos a presentar
cuatro escenas de la filmación y los invitamos a reflexionar en familia sobre
los diferentes temas que se van tocando.
1)
Encuentro con la mujer cuando era
niño. Ella ve que él está golpeado y le dice que eso es algo que un padre no le
hace a su hijo, que eso no es amor. Él
le pregunta que hacer y la mujer le responde: Habla con Dios, que el siempre
escucha.
2)
Conversación de Mack con la mujer
mientras cocinan. La mujer le dice: yo sé que existe un gran abismo entre
nosotros, pero quiero que sepas que tengo un gran afecto por vos…. Él contesta:
Eres Dios todo poderoso, estas en todos lados y en todo momento y sin embargo
quejaste morir a mi niña, cuando más te necesito, la abandonaste. Ella
responde: nunca la abandone. Mack dice: si eres quien dice que eres, donde
estabas cuando yo te necesite? Ella dice: cuando lo único que ves es tu dolor,
me pierdes de vista. La verdad siempre te hará libre y la verdad tiene un nombre.
3)
El juicio, encuentro con la
sabiduría: Que piensan sobre la parte en donde Mack tiene el encuentro con la
sabiduría y tiene que tomar el lugar de juez para decir que algo está bien o
mal
4)
Encuentro con su padre, el perdón.
Luego
de conversar sobre estas situaciones, los invitamos a pedir perdón por los
pecados, de manera concreta, pensar en cosas puntuales, ya que es a lo que nos
invita hoy el Santo Padre.