NOVENA AL ESPÍRITU SANTO - 27 DE MAYO DE 2020

  Equipo Pastoral 


27 de mayo

 

                            

 

Nos seguimos preparando para la venida del Espíritu Santo:

 

Continuando con la oración de ayer, seguimos preparando nuestro corazón para la venida del Espíritu Santo, queremos esperarlo con los brazos abiertos, por lo que hoy, vamos a continuar vivenciando los frutos que nos da. Desarrollaremos el fruto de la Paz y la Magnanimidad.

 

  

 

El FRUTO DE LA PAZ:

La verdadera Paz, es saber que Dios dio a su único hijo, por mí. Ahora yo soy un hijo de Dios, aunque no tengamos todo lo que deseamos, tenemos el regalo más grande del mundo y ese regalo es Jesús… Porque El, es nuestra paz (Efesios 2, 13-14).

 

La paz es el lazo que une al Padre y al Hijo. En ese lazo encontramos la calma que permite que nada nos turbe, ni en las circunstancias más extremas, ya que es Dios quien vive en nosotros y su compañía hace que nada nos perturbe pues Él ya venció a la muerte y al dolor.

 

El fruto de la Magnanimidad (Longanimidad):

 

Sinónimo de perseverancia es esa fuerza que nos permite realizar un trabajo de larga duración sin decaer. Tal vez la conquista de una virtud o las propias vivencias que requieren que no desistamos, que continuemos y si caemos nos levantemos una y otra vez, como un porfiado, a continuar el camino trazado. Y por el otro lado a continuar con el bien de un trabajo, de una misión, de anuncio del reino de Dios que nos ha sido encomendado.

Magnanimidad, nos invita a apostar a lo grande por Dios.

 

 

Lectura del Santo Evangelio según San Juan (17,11-19):

 

En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me diste; yo velaba por ellos y ninguno de ellos se perdió, excepto el que tenía que perderse, para que se cumpliera la Escritura.

 

Pero ahora voy a ti, y mientras estoy aún en el mundo, digo estas cosas para que mi gozo llegue a su plenitud en ellos. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los odia, porque no son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

 

Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Así como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Yo me santifico a mí mismo por ellos, para que también ellos sean santificados en la verdad’’.


Palabra del Señor