"ALÉGRENSE CONMIGO, PORQUE YA ENCONTRPE LA OVEJA QUE SE ME HABÍA PERDIDO" Lc 15,6

    Pastoral Educativa                           

Querida comunidad educativa:

¡Muy buenos días! Los invitamos a ponernos en presencia de Dios un día más para comenzar con la oración de hoy.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 15, 1-10

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido’. Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse.

¿Y qué mujer hay, que si tiene diez monedas de plata y pierde una, no enciende luego una lámpara y barre la casa y la busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘Alégrense conmigo, porque ya encontré la moneda que se me había perdido’. Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”.

Palabra del Señor

 

El evangelio de hoy habla de los discípulos de Jesús y justamente porque habla de los discípulos y nosotros somos discípulos, es interesante entender la parábola de la oveja perdida primero como un relato vocacional de nuestra vida. Es decir, hubo un tiempo en el que nosotros estábamos perdidos. Un tiempo en el nosotros nos veíamos claro. Un tiempo en el que nosotros no seguíamos definitivamente Jesús. Y Jesús salió buscarnos. Salió a buscarnos especialmente a nosotros. Salió a buscarnos con mediaciones históricas concretas. Salió a buscarnos con gestos que nos hicieron pensar que Dios es por sobre todas las cosas Ternura y Misericordia. Salió a buscarnos de tal manera que entendimos que Dios nos ama tanto y que nosotros no podemos hacer nada para vencer ese amor. ¡Nada de lo que hagamos no va a alejar del amor de Dios!

 

Por eso es importante hacer este ejercicio de oración, de poder dar gracias a Dios porque Jesús en reiteradas ocasiones me salió a buscar. Yo también soy oveja descarriada que muchas veces se equivoca, que muchas veces peca, que muchas veces anda errante. Y una vez más el Señor sale a buscar. Una vez más Jesús, a través de su Iglesia, a través de esas personas significativas o acontecimientos que los entiendo a la luz de la fe, sale a buscarme para que yo vuelva, para que yo me reintegre a la comunidad, para que siga formando parte de la Iglesia.

 De la misma manera que yo fui salvado esta salvación también tiene que llegar a otros. De la misma manera que mi vida se dignificó a partir de un encuentro clave, decisivo, determinante, con Jesús, eso yo se lo tengo comunicar a los demás. 

 

El Señor no puede resignarse ante el hecho de que incluso una sola persona pueda perderse. El modo de obrar de Dios es el de quien va en busca de los hijos perdidos para luego hacer fiesta y alegrarse con todos por haberlos encontrado. Se trata de un deseo incontenible: ni siquiera noventa y nueve ovejas pueden detener al pastor y tenerlo encerrado en el redil. Él podría razonar así: «Hago un cálculo: tengo noventa y nueve, he perdido una, pero no es una gran pérdida». Él, en cambio, va a buscar justamente a aquella que le falta, porque cada una es muy importante para él y esa es la más necesitada, la más abandonada, la más descartada; y él va a buscarla. (AUDIENCIA GENERAL 4 de mayo de 2016)

Te invito entonces a tomarte en este día un tiempo personal para pensarte “oveja perdida” y hacer memoria agradecida de ese momento, de ese proceso, de ese acontecimiento, donde sentiste que Jesús dejaba las otras noventa y nueve para ir a buscarte a vos con predilección y finalmente le damos gracias por este acto que tiene con todos nosotros de amor preferencial, de salir a buscarnos.