"¿CREEN QUE PUEDO HACERLO?" Mt 9, 28

   Pastoral Educativa                           


Querida comunidad educativa:

 

Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 9, 27-31:

 

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: “¡Hijo de David, compadécete de nosotros!” Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacerlo?” Ellos le contestaron: “Sí, Señor”. Entonces les tocó los ojos, diciendo: “Que se haga en ustedes conforme a su fe”. Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: “Que nadie lo sepa”. Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Palabra de Dios

 


Reflexión del Evangelio de San Mateo

 

Contemplamos a estos dos ciegos con sus bastones por el camino. Quizás siguen apresuradamente a algún lazarillo que les lleva detrás de Jesús hasta que agotados lo alcanzan. Pero el Maestro parece no darse cuenta de su estado. Les pregunta: “Creéis que puedo curaros...” ¿No habrían demostrado ya su fe corriendo a ciegas, y aún clamando misericordia por el camino? Jesús quiere provocar en ellos una adhesión plena porque eran hombres iluminados por la fe. Para ellos, recuperar la vista física será consecuencia de esa otra visión, más necesaria y profunda: su fe. El verdadero milagro es invisible y está en el interior de cada hombre que cree.

 

La fe que estos hombres tenían en sus corazones no les ahorró ningún esfuerzo, ninguna dificultad a la hora de alcanzar a Jesús. Es verdad que gracias a la fe nuestra vida espiritual crece y se “ilumina”, sin embargo, ni siquiera en el ámbito espiritual tener fe significa automáticamente poseer un conocimiento cierto, o una seguridad completa. Porque la fe sólo es auténtica cuando se conquista paso a paso, entre caídas y temblores, entre oscuridades y gritos de auxilio. Le fe es una lucha, al estilo de san Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe” (2Tim 4, 7-8).

 

No dudemos, y sobre todo no temamos a las oscuridades y a las dudas de la vida. Cuando todo esto nos ocurra en el camino, por más arduas que se presenten, precisamente por eso, debemos alegrarnos de que así sea. Las pruebas de la fe son garantía de su autenticidad. Entonces nuestro caminar será parecido a aquel que un día recorrieron dos pobres ciegos iluminados por la luz de su fe y siguiendo al Señor.

 

Meditación del Papa

 

El problema del mal, del dolor y del sufrimiento, el problema de la injusticia y del abuso, el miedo a los demás, a los extraños y a los que desde lejos llegan hasta nuestras tierras y parecen atentar contra aquello que somos, llevan a los cristianos de hoy a decir con tristeza: esperábamos que el Señor nos liberara del mal, del dolor, del sufrimiento, del miedo, de la injusticia.

Por tanto, es necesario para cada uno de nosotros aprender la enseñanza de Jesús: ante todo escuchando y amando la Palabra de Dios, leída en el misterio pascual, para que inflame nuestro corazón e ilumine nuestra mente, nos ayude a interpretar los acontecimientos de la vida y a darles un sentido. Luego es necesario sentarse a la mesa con el Señor, convertirse en sus comensales, para que su presencia humilde en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre nos restituya la mirada de la fe, para mirar todo y a todos con los ojos de Dios, y la luz de su amor. Permanecer con Jesús que permaneció con nosotros, asimilar su estilo de vida entregada, escoger con él la lógica de la comunión entre nosotros, de la solidaridad y del compartir. La Eucaristía es la máxima expresión del don que Jesús hace de sí mismo y es una constante invitación a vivir nuestra existencia en la lógica eucarística, como un don a Dios y a los demás. (Benedicto XVI, 8 de mayo de 2011).

Amén