"CARGA TÚ CRUZ Y SÍGUEME" Lc 14, 27
Pastoral Educativa
Querida
comunidad educativa:
Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar
la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio
según San Lucas 14, 25-33:
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y
él, volviéndose a sus discípulos, les dijo:
“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a
su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún,
a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no
puede ser mi discípulo.
Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no
se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No
sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los
que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a
construir y no pudo terminar’.
¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero
a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que
viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le
enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz.
Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus
bienes, no puede ser mi discípulo”.
Palabra del Señor
Reflexión del Evangelio de San Lucas
"El
que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". La
liturgia de hoy, nos ofrece un pasaje evangélico que constituye una de las
columnas del cristianismo. La cruz. Aunque hoy en día se tiende a hablar cada
vez menos del dolor y del sufrimiento, no por ello deja de estar presente en
nuestras vidas. El dolor en sí mismo es un misterio. Es duro y, humanamente,
repugnante. Sin embargo, es transformable.
Alfred
de Musset afirma que: «Nada nos hace tan grandes como un gran dolor». O, como
escribió Luis Rosales: «Los hombres que no conocen el dolor son como iglesias
sin bendecir». No se trata de endulzar la cruz o de convertirla en una carga
"light". Se trata de descubrir su valor cristiano y de darle un
sentido. Sí, el auténtico cristianismo es exigente.
Jesús,
no fue hacia el dolor como quien va hacia un paraíso. Se dedicó a aliviar el
dolor en los demás; y el dolor de la pasión lo hizo temblar de miedo, cuando
pidió al Padre que le librara de él; pero lo asumió, porque era necesario,
porque era la voluntad de su Padre. Así, convirtió el dolor en redención, en
fecundidad y en alegría interior. Quien de verdad quiera ser discípulo de
Cristo (eso significa ser cristiano), ha de despojarse de todos sus bienes.
Sólo así, seremos dignos de Él y encontraremos la paz y la felicidad que sólo
Él puede darnos. Y nadie nos la podrá arrancar.
Revisemos
nuestras vidas y veamos cómo podemos transformar y dar sentido a nuestros
pequeños dolores cotidianos. Veamos qué nos queda por entregar de todos
nuestros bienes y sigamos el ejemplo de Jesús, que desde el Huerto de
Getsemaní, se convirtió en el gran profesional de la cruz, fuente de salvación
y de realización para todos los hombres. Cristo murió, es cierto. Pero, lo hizo
para resucitar, para devolvernos la vida. Nuestra fe, nuestra religión es la de
una Persona viva que, paso a paso, camina a nuestro lado, enseñándonos el mejor
modo de vivir.
Meditación
del Papa
Jesús
dice a sus discípulos: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo,
cargue con su cruz cada día y venga conmigo". Este es el estilo cristiano
porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida
cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes:
el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno
mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin
cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El
estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin
Jesús.
Jesús
ha dado el ejemplo y aún siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha
hecho siervo por nosotros. Este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará
fecundos, porque este camino de renegarse a sí mismo es para dar vida, es
contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para
mí... Este camino está abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho
Jesús, de anulamiento, ese camino ha sido para dar vida. (Cf. S.S. Francisco, 6
de marzo de 2014, homilía en Santa Marta).
Amén