PARA MEDITAR EN CUARESMA

TIEMPO DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN

 

En los días anteriores, venimos realizando un camino en la Cuaresma, en el cual vamos preparando nuestro corazón, escuchando la palabra de Dios, rezando por las cosas que pasan en cada uno de nuestros corazones y por los grandes problemas sociales que nos están sacudiendo. Es por eso que en el día de hoy queremos invitarlos a un tiempo de RECONCILIACIÓN, no sólo con Dios, sino también con nuestras familias y amigos.

 

Ahora que ya sabemos cómo está nuestro corazón y lo hemos hablado con Dios, será la Cuaresma una buena oportunidad no sólo para sacar de nuestros corazones las actitudes que no nos dejan vivir en el amor, como el odio, el rencor, la envidia, los celos, y muchas otras, sino también pedir perdón por ellas y comprometernos a tratar de no hacerlas más.

 

En este tiempo de cuarentena,  los invitamos a que puedan perdonarse, reconciliarse, acercarse con las personas de nuestra familia con las que han estado distanciados, ya sea por motivos especiales o por el sólo hecho de los tiempos de nuestras rutinas. Invitarlos a que esta Cuaresma de manera particular, sea un tiempo de compartir, conversar, reflexionar… Un tiempo de alejarnos un rato de las mundanidades (el celular, las redes sociales, netflix, etc), y acercarnos a las relaciones interpersonales, con nuestras familias, con nuestros amigos y también con Dios.

 

Reflexión de Francisco sobre el Evangelio según San Juan 5,31-47

 

En la misa que se transmitió en vivo desde la Capilla de la Casa Santa Marta Francisco rezó para que el Señor nos ayude a superar el miedo en este tiempo caracterizado por la pandemia de Covid-19.

En estos días de tanto sufrimiento, hay tanto miedo. El miedo de los ancianos, que están solos, en los asilos de ancianos o en los hospitales o en sus casas y no saben lo que puede pasar. El miedo de los trabajadores sin trabajo fijo que piensan en cómo alimentar a sus hijos y ven venir el hambre. El temor de muchos servidores sociales que en este momento ayudan a mandar adelante la sociedad y pueden contraer la enfermedad. También el miedo - miedos - de cada uno de nosotros: cada uno sabe cuál es el suyo. Roguemos al Señor para que nos ayude a tener confianza y a tolerar y vencer los miedos.

 

En su homilía, comentando la primera lectura del libro del Éxodo (Ex 32, 7-14), que relata la historia del becerro de oro, Francisco habló de los ídolos del corazón, ídolos que a menudo ocultamos astutamente, subrayando cómo la idolatría nos hace perderlo todo, nos hace perder los dones mismos del Señor. La idolatría nos lleva a una religiosidad equivocada. Así que el Papa nos pide que hagamos un examen de conciencia para descubrir nuestros ídolos ocultos.

 

En la primera lectura está la escena del motín del pueblo. Moisés fue al Monte para recibir la Ley: Dios se lo dio, en piedra, escrita con su dedo. Pero el pueblo se aburrió y se aglomeró alrededor de Aarón y le dijo: "Pero, este Moisés, hace tiempo que no sabemos dónde está, dónde se ha ido, y estamos sin guía. Haznos un dios para ayudarnos a seguir adelante". Y Aarón, que más tarde se convirtió en sacerdote de Dios, pero allí era un sacerdote de la estupidez, de los ídolos, dijo: "Pero sí, denme todo el oro y la plata que tengao", y lo dieron todo e hicieron ese becerro de oro.

 

En el Salmo escuchamos el lamento de Dios: “En Horeb se fabricaron un ternero, adoraron una estatua de metal fundido: así cambiaron su Gloria por la imagen de un toro que come pasto”. Y aquí, en este momento, comienza la lectura: “El Señor dijo a Moisés: ‘Baja enseguida, porque tu pueblo, ése que hiciste salir de Egipto, se ha pervertido. Ellos se han apartado rápidamente del camino que Yo les había señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: ‘Éste es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto’”. ¡Una verdadera apostasía! Desde el Dios viviente a la idolatría. No tuvieron paciencia para esperar el regreso de Moisés: querían algo nuevo, querían algo, un espectáculo litúrgico, algo.

 

Sobre esto quisiera mencionar algunas cosas. En primer lugar, esa nostalgia idolátrica en el pueblo: en este caso, pensaba en los ídolos de Egipto, la nostalgia de volver a los ídolos, de volver a lo peor, sin saber esperar al Dios vivo. Esta nostalgia es una enfermedad, también nuestra. Uno comienza a caminar con el entusiasmo de ser libre, pero luego comienzan las quejas: "Pero sí, es un momento difícil, el desierto, tengo sed, quiero agua, quiero carne... pero en Egipto comíamos cebollas, cosas buenas y aquí no hay...". Siempre, la idolatría es selectiva: te hace pensar en las cosas buenas que te da pero no te hace ver las cosas malas. En este caso, ellos pensaban en cómo estaban en la mesa, con estas comidas tan buenas que les gustaban tanto, pero olvidaban que ésta era la mesa de la esclavitud. La idolatría es selectiva.

 

Y otra cosa: la idolatría hace que lo pierdas todo. Aarón, para hacer un ternero, les pidió: "Dadme oro y plata", pero era el oro y la plata que el Señor les había dado cuando les dijo: "Pedid oro a los egipcios en préstamo", y luego se fueron con ellos. Es un regalo del Señor, y con el don del Señor ellos idolatran. Y eso es muy malo. Pero este mecanismo también nos sucede a nosotros: cuando tenemos actitudes que nos llevan a la idolatría, nos apegamos a cosas que nos alejan de Dios, porque hacemos otro dios y lo hacemos con los dones que el Señor nos ha dado. Con la inteligencia, con la voluntad, con el amor, con el corazón... estos son los dones del Señor que usamos para hacer idolatría.

 

Sí, algunos de ustedes pueden decirme: "Pero yo no tengo ídolos en casa. Tengo el Crucifijo, la imagen de Nuestra Señora, que no son ídolos..." - No, no: en tu corazón. Y la pregunta que deberíamos hacernos hoy es: ¿cuál es el ídolo que tienes en tu corazón, en mi corazón? Esa salida escondida donde me siento bien, que me aleja del Dios vivo. Y también tenemos una actitud muy astuta con la idolatría: sabemos cómo esconder los ídolos.

 

La pregunta que me gustaría hacer hoy es: ¿cuál es mi ídolo? Mi ídolo de la mundanidad… La idolatría te lleva a una religiosidad equivocada, en efecto: muchas veces la mundanalidad, que es la idolatría, te hace cambiar la celebración de un sacramento en una fiesta mundana. Un ejemplo: no sé, pensemos, y en una celebración de boda. No sabes si es un sacramento donde los recién casados realmente dan todo y se aman ante Dios y prometen ser fieles ante Dios y recibir la gracia de Dios, o es una exhibición de modelos, cómo se visten... la mundananidad. Es una idolatría. Este es un ejemplo. Porque la idolatría no se detiene: siempre continúa.

 

Hoy la pregunta que me gustaría hacer a todos nosotros, a todos : ¿Cuáles son mis ídolos? Cada uno tiene el suyo. ¿Cuáles son mis ídolos? Donde los escondo. Y que el Señor no nos encuentre, al final de nuestras vidas, y diga de cada uno de nosotros: "Te has desviado del camino que te había indicado. Te has postrado ante un ídolo".

 

Pidamos al Señor la gracia de conocer a nuestros ídolos. Y si no podemos expulsarlos, al menos mantenerlos en la esquina...


Pastoral Educativa