¿QUIÉN ES EL MÁS GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS? Mt 18,1
Pastoral Educativa
Querida comunidad educativa:
Nos volvemos a
encontrar en torno a la Palabra de Dios…
Nos ponemos en presencia de Dios
para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 18,1-5. 10. 12-14:
En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?” Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo. ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños’’.
Palabra del Señor
Reflexionamos…
En cuántas instituciones se da
una lucha despiadada en las personas por subir de rango en su trabajo. Se pisa
y se hunde al otro con tal de ser el mejor y estar por encima de los demás.
Llevamos a la práctica la frase maquiavélica de "el fin justifica los
medios". Si hay que ridiculizar, criticar o humillar a nuestro
contrincante, lo hacemos.
También a los discípulos de
Jesús les surgían estos aires de posesión que tiene todo hombre, por eso le
preguntan a Cristo quién será el primero en el Reino de los cielos. Sin
embargo, Jesús les saca de dudas respondiéndoles que aquel que sea como un
niño. Respuesta un poco desconcertante porque todos eran ya mayores de edad y
como que eso de volver a las cosas de niño no se vería muy bien en ellos.
Obviamente, Jesús se refería a ser como niños en el espíritu, porque si alguien
nos da ejemplo de inocencia, sencillez, pureza, sinceridad, cariño son
precisamente los niños. En ellos no se da la doblez, morbosidad, envidia que
desgraciadamente florece en algunas personas mayores. Los niños conquistan a
todo mundo precisamente por su espontaneidad e ingenuidad que nace de su
sencillez.
Que este evangelio sea una
invitación a mirar la intención por la que buscamos las virtudes espirituales.
Si es por amor a nosotros mismos, para que nos vean las demás personas, para
que vean lo bueno que somos, o si las buscamos para crecer en nuestra vida
espiritual con esa sencillez con la que se dirige un niño a sus padres.
Pidamos a Cristo la gracia de ganarnos el primer puesto en el
reino de los cielos por nuestra sencillez y sinceridad en el momento de servir
a los demás.
Meditación del Papa Francisco sobre el Evangelio de hoy:
“En el Reino de Cristo, ser grande es ser pequeño”
Para entrar en el Reino de los cielos, hace falta un
pasaporte: ser pequeño. Ésta es la identidad que nos distingue delante de Dios;
la virtud que más nos acerca a Él. Una canción dice: “¿Qué tendrá lo pequeño,
que a Dios tanto le agrada?” Cristo nos enseña en este Evangelio que ser
pequeño significa volver a ser niño. Implica un cambio, recuperar cada día
aquel tesoro que se va desgastando con los años…
Un niño tiene las manos pequeñas. Todo le queda grande, todo
le sobrepasa, en todas las sillas sus pies quedan colgando. Pero es feliz
aunque no tenga el control de todo. Más aún: su felicidad consiste en que no
quiere controlarlo todo. El niño vive para recibir, para descubrir, para
sorprenderse. La grandeza de un niño no está en su poder sobre cosas y personas;
más bien él es libre de este deseo de gobernar su mundo. Y así como él
encuentra su seguridad en papá y mamá, cada uno de nosotros cuenta con un Padre
maravilloso, quien de verdad lo gobierna todo para nuestro bien. Cuando
sentimos que nuestras manos son pequeñas, que no podemos agarrarlo todo y
dirigir las circunstancias…ésta es la oportunidad para ser niños de nuevo, poniendo
nuestra confianza en Dios.
Un niño está apenas entrando al mundo. Le falta experiencia.
Cada día aprende algo nuevo. Y si cae al dar los primeros pasos, pronto su mamá
lo levanta para que siga aprendiendo a caminar. Esto también es ser pequeño. No
somos perfectos ni lo sabemos todo. ¡Cuántas veces cometemos errores, nos
caemos, o nos perdemos! Pero esta realidad no es un motivo para desanimarnos.
Todo lo contrario: saber que nos hemos perdido nos abre las puertas para
descubrir que Dios nos busca. Cuando admitimos la caída con sencillez de niño,
podemos alegrarnos con mayor gratitud hacia Dios que nos levanta. Al reconocer
los propios límites nos damos cuenta que tenemos un Padre de Amor y
misericordia sin límites.
María, madre nuestra, enséñanos a ser como niños. Cambia
nuestro corazón y hazlo como el de tu Hijo Jesús. Que aprendamos, como Él, a
vivir siempre en las manos del Padre.
«Pidamos hoy al Señor que todos los papás y los educadores
del mundo, como también la sociedad entera, sean instrumentos de aquella
acogida, de aquel amor con el cual Jesús abraza a los más pequeños. Él mira en
sus corazones la ternura y la solicitud de un padre y al mismo tiempo de una
madre.»
Amén.