PARA MEDITAR Y VIVIR EN FAMILIA LA PASCUA!!!
Equipo
Pastoral
Evangelio
del día según San Juan 3, 1-8
Había un fariseo llamado
Nicodemo, hombre principal entre los judíos, que fue de noche a ver a Jesús y
le dijo: “Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro;
porque nadie puede hacer los signos que tú haces, si Dios no está con él”.
Jesús le contestó: “Yo te
aseguro que quien no renace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios”.
Nicodemo le preguntó: “¿Cómo puede nacer un hombre siendo ya viejo? ¿Acaso
puede, por segunda vez, entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?”
Le respondió Jesús: “Yo te
aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino
de Dios. Lo que nace de la carne, es carne; lo que nace del Espíritu, es
espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: ‘Tienen que renacer de lo alto’.
El viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a
dónde va. Así pasa con quien ha nacido del Espíritu”.
Palabra de Dios.
¿Han pasado por alguna
experiencia que les dio la sensación de nacer de nuevo? ¿Cómo se sintieron en
ese momento?
Jesús
hace percibir a Nicodemo que la única manera que alguien tiene para poder
entender las cosas de Dios es ¡nacer de
nuevo!
Con
Nicodemo, el Señor nos está invitando en esta Pascua de Resurrección a “renacer
de lo alto”, a entender que el Espíritu de Dios, como el viento, sopla aires
nuevos...
¡Animate
a seguirlo, animate a nacer de lo alto!
Que
en este tiempo de Pascua sea una oportunidad, una ocasión de nacer de nuevo.
Que nuestra disponibilidad permita la acción del Espíritu que transforma y
alienta.
Nos
preguntemos ¿qué es lo viejo que tengo
que dejar ? ¿Cómo puedo nacer de nuevo cada día?
Hoy
les proponemos pedir al Espíritu Santo
para que sea nuestra guía todos los días .
Extracto del Papa
Francisco sobre el Evangelio según San Juan 3, 1-8
“Oremos
hoy por los hombres y mujeres que tienen vocación política: la política es una
alta forma de caridad. Por los partidos políticos de los distintos países, para
que en este momento de pandemia busquen juntos el bien del país y no el bien de
su propio partido”.
En
su homilía, el Papa Francisco comentó el Evangelio de hoy, en el que Jesús le
dice a Nicodemo, un fariseo, que había ido donde Él por la noche, que si uno no
nace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios. No todos los fariseos eran
malos, dice el Papa, y Nicodemo era un fariseo justo que sentía una inquietud y
buscaba al Señor. Nicodemo no sabe cómo dar este salto: nacer del Espíritu,
porque el Espíritu es impredecible. Quien se deja guiar por el Espíritu es una
persona dócil y libre. El cristiano no sólo debe cumplir los mandamientos, sino
que debe dejarse guiar por el Espíritu, donde el Espíritu quiere: debe dejar
que el Espíritu que nos guía donde no sabemos.
Este
hombre, Nicodemo, es un jefe de los judíos, un hombre justo; sintió la
necesidad de ir a Jesús. Fue por la noche, porque tenía que hacer un poco de
equilibrio, porque los que iban a hablar con Jesús no eran bien vistos. Es un
fariseo justo, sentía inquietud, porque es un hombre que había leído los
profetas y sabía que lo que Jesús estaba haciendo había sido anunciado por los
profetas. Sintió la inquietud y fue a hablar con Jesús. "Maestro, sabemos
que viniste de Dios como Maestro": es una confesión, hasta cierto punto.
"Nadie, de hecho, puede llevar a cabo estos signos que Tú llevas a cabo si
Dios no está con Él". Se detiene antes del "por lo tanto". Si
digo esto... entonces... Y Jesús respondió. Respondió misteriosamente, ya que
él, Nicodemo, no lo esperaba. Respondió con esa figura del nacimiento: si uno
no nace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios. Y él, Nicodemo, siente
confusión, no entiende y toma ‘ad litteram’ esa respuesta de Jesús: pero ¿cómo
puede uno nacer si es un adulto, una persona mayor? Nacer de lo alto, nacer del
Espíritu. Es el salto que debe dar la confesión de Nicodemo y no sabe cómo
hacerlo. Porque el Espíritu es impredecible. La definición del Espíritu que
Jesús da aquí es interesante: "El viento sopla donde quiere y oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene o a dónde va: así es todo el que nace del
Espíritu", es decir, libre. Una persona que se deja llevar de una parta y
de otra parte por el Espíritu Santo: esta es la libertad del Espíritu. Y quien
quiera que haga esto es una persona dócil, y aquí estamos hablando de la
docilidad al Espíritu.
Ser
un buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti y te lleve, te lleve
donde quiera. En nuestra vida cristiana muchas veces nos detenemos como
Nicodemo, ante el "por lo tanto", no sabemos qué paso dar, no sabemos
cómo hacerlo o no tenemos la confianza en Dios para dar este paso y dejar
entrar al Espíritu. Nacer de nuevo es dejar que el Espíritu entre en nosotros y
que sea el Espíritu quien me guíe y no yo, y aquí, libre, con esta libertad del
Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás.
Los
apóstoles, que estaban en el Cenáculo, cuando vino el Espíritu salieron a
predicar con ese valor, esa franqueza... No sabían que esto iba a suceder; y lo
hicieron, porque el Espíritu los estaba guiando. El cristiano no debe nunca
detenerse sólo en el cumplimiento de los Mandamientos: hay que hacer, pero ir
más lejos, hacia este nuevo nacimiento que es el nacimiento en el Espíritu, que
le da la libertad del Espíritu.
Esto
es lo que le pasó a esta comunidad cristiana de la primera Lectura, después de
que Juan y Pedro volvieran de ese interrogatorio que tuvieron con los
sacerdotes. Fueron a ver a sus hermanos en esta comunidad y reportaron lo que
los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y la comunidad,
cuando escucharon esto, todos juntos, se asustaron un poco. ¿Y qué hicieron?
Rezaron. No se detuvieron en las medidas de precaución, "no, hagamos esto
ahora, vayamos un poco más tranquilos..."
Dejar
que sea el Espíritu quien les diga qué hacer. Levantaron sus voces a Dios
diciendo: "¡Señor!" y rezaron. Esta hermosa oración de un momento
oscuro, de un momento en el que tienen que tomar decisiones y no saben qué hacer...
que sea Él quien lo diga... Y preguntan: "Señor, Herodes, Poncio Pilato
con las naciones y pueblos de Israel se han aliado contra tu Espíritu Santo y
contra Jesús", cuentan la historia y dicen: "¡Señor, haz algo!".
"Y ahora, Señor, vuelve tus ojos a sus amenazas", las del grupo de
sacerdotes, "y concede a tus siervos que proclamen tu Palabra con toda
franqueza" – piden franqueza, valor, no tener miedo – "extendiendo tu
mano para que se realicen curaciones, señales y maravillas en el nombre de
Jesús". "Y cuando terminaron su oración, el lugar donde estaban
reunidos tembló, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y predicaron la
Palabra de Dios con franqueza.
Ante las dificultades, ante una puerta
cerrada, que no sabían cómo avanzar, van al Señor, abren sus corazones y el
Espíritu viene y les da lo que necesitan y salen a predicar, con coraje, y
adelante. Esto es nacer de nuevo. ¿Y cómo se prepara uno para nacer de nuevo? A
través de la oración. La oración es lo que abre la puerta al Espíritu y nos da esta
libertad, esta franqueza, este coraje del Espíritu Santo. Que nunca sabrás
dónde te llevará. Pero es el Espíritu.