"JESUS ANUNCIABA EL REINO DE DIOS" Lc 8,1
Pastoral Educativa
Querida comunidad educativa:
Nos volvemos a encontrar en
torno a la Palabra de Dios…
Nos ponemos en presencia de
Dios para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 8,1-3:
En
aquel tiempo, Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena
nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían
sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre
ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que
los ayudaban con sus propios bienes..
Palabra del Señor
Reflexionamos
Tres
mujeres en primera línea. Cada una con su vocación particular y las tres
seguidoras incansables de las huellas de Jesús.
María
Magdalena pasó a la historia por ser la primera persona que vio a Cristo
resucitado. Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto al sepulcro; el
Señor que se le aparece como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y el
anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la apasionada discípula que está
junto a la cruz en el Calvario, junto a la Virgen y san Juan.
Había
otras mujeres que seguían al Maestro de Nazaret. Juana también le acompañó
desde los tiempos felices de los milagros hasta el dolor del sepulcro tras la
muerte de Cristo. Era una persona importante en la ciudad. Una de esas santas
mujeres que sabían estar, al mismo tiempo, entre la alta sociedad de la época y
entre los pobres que escuchaban las palabras del Mesías.
También
Susana ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el
Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del
Reino de los Cielos.
Son
mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a
toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.
Meditación del Papa Francisco
Es
indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más
fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la
mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un
prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia.
El
modo mismo con el cual Jesús ha considerado a las mujeres -el evangelio lo
indica así- era un contexto menos favorable del nuestro, porque en esos tiempos
la mujer era puesta en segundo lugar. Pero Jesús la considera de una manera que
da una luz potente que ilumina un camino que lleva lejos, del cual hemos
recorrido solamente un tramo. Aún no hemos entendido en profundidad cuales son
las cosas que nos puede dar el genio femenino de la mujer en la sociedad. Tal
vez haya que ver las cosas con otros ojos para que se complemente el
pensamiento de los hombres. Es un camino que es necesario recorrer con más
creatividad y más audacia.
Amén