"DICHOSOS LOS OJOS QUE VEN LO QUE USTEDES VEN" Lc 10,23

 Pastoral Educativa                           


Querida comunidad educativa:

¡Muy buenos días! Los invitamos a ponernos en presencia de Dios un día más para comenzar con la oración de hoy.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10, 21-24

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, ¡porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

 

Palabra del Señor.

 

Queremos comenzar este camino del adviento, esperando a quién viene a Salvarnos, queriendo buscar y reconocer a Jesús en cada acontecimiento de nuestra vida, en cada persona que viene a nuestro encuentro, pidiendo con toda la Iglesia: Ven señor Jesús.

 

En este primer martes de adviento la Palabra nos presenta a Jesús que lleno de alegría por el Espíritu Santo alaba al Padre por su obrar y su revelarse en medio de los creyentes.

 

Nuestro Padre Dios ha querido revelar a los pequeños y a los sencillos su Reino, su Vida, la vida de su Hijo y su Salvación, significa que necesitamos nosotros, en este tiempo de Gracia, de Esperanza y de alegría, un corazón sencillo, humilde, necesitamos entrenar y purificar nuestro corazón, nuestra mirada, para ser también nosotros motivos de alabanza para Jesús.

 

Podemos entrenar un corazón sencillo y humilde, por medio de la oración cotidiana, por medio del amor mutuo, ejercitándonos en el mirar profundamente los acontecimientos cotidianos de nuestra vida, de las personas que vienen a nuestro encuentro.

 

La oración cotidiana nos libera del creernos ya sabios y prudentes, porque en el estar con Aquel que sabemos que nos Ama, queriendo mirar la Vida desde Él, vamos gestando la capacidad para estar siempre atentos, vigilantes, para descubrirlo también en lo cotidiano.

 

Señor regálanos tu Espíritu para poder ver lo que los discípulos vieron, danos tu Gracia para con corazón sencillo y humilde podamos siempre abrirte nuestra vida, para que no te nos pases de largo.

 

Amén.