"SEÑOR, SI QUIERES, PUEDES PURIFICARME" Mt 8, 2
Equipo
Pastoral
Nos ponemos en presencia de Dios
para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San
Mateo (8,1-4):
En aquel
tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un
leproso, se arrodilló y le dijo: «Señor, si quieres, puedes purificarme.» Extendió la mano y lo tocó,
diciendo: «lo quiero, queda purificado.» Y en seguida quedó purificado
de su lepra. Jesús le dijo: «No se lo
digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega
la ofrenda que mandó Moisés.»
Palabra del Señor
El evangelio de hoy nos presenta el
tema de la lepra. Alguien que en el medio de la multitud, lo sigue a Jesús y se
postra frente a Él le pide que lo cure, que lo purifique.
Jesús no duda ni un instante y
extiende su mano y tocándolo, lo cura, queda purificado al instante: de esa
lepra, de esa enfermedad que lo debe haber acompañado tanto tiempo.
Este hombre nos enseña que para acercarnos al Señor
tenemos que dejar nuestro orgullo, reconociendo nuestra fragilidad, de esa
manera, la gracia de Dios podrá actuar con toda su fuerza.
Cuántas veces nosotros, en lo
profundo del corazón tenemos heridas, sí, también, como esta lepra durante
bastante tiempo, a veces toda la vida que no nos animamos a presentarle al
Señor, como hizo este hombre, que se acercó y le pidió al Señor, se postró
frente a Él, para que lo cure.
Pero Dios es tan respetuoso de
nuestra libertad, que espera que nosotros nos acerquemos a Él para pedirselo.
No nos obliga, no nos impone nada,
al contrario, para que esta salvación, esta sanación se de nosotros tenemos que responderle a ese
primer llamado que nos ha hecho, que es un llamado de Amor, a que lo sigamos, a
que trabajemos en su Reino pero cuando vamos conociendo, descubrimos que
tenemos muchas heridas adentro, temas no resueltos, bueno y eso es lo que hay
que trabajar si queremos seguir creciendo y avanzando como discípulos del
Señor.
Les proponemos leer la
Escritura nuevamente, ponernos frente al Señor y ofrecerle aquellas cosas que
nos estorban en la vida, que son obstáculos para acercarnos al Dios vivo y
verdadero.
Confiando en la Gracia del Señor,
siempre en su Amor, que no se cansa de perdonar, que es misericordioso,
paciente le pedimos una vez más que nos cure y que nos sane y nos ayude a amar
como Él nos ha Amado.
El leproso suplica a Jesús de
rodillas y le dice: "si quieres, puedes limpiarme". Ante esta oración
humilde y confiada, Jesús reacciona con una actitud profunda de su alma: la
compasión, y compasión es una palabra muy profunda: compasión significa:
"padecer-con-el otro".
El corazón de Cristo manifiesta
la compasión paterna de Dios por aquel hombre, acercándose a él y
tocándolo. Este detalle es muy importante. "Jesús extendió la mano y lo
tocó... y en seguida la lepra desapareció y quedó limpio"
¿A qué me comprometo con
Dios?
Nos tomemos unos minutos y dejemos en sus manos todos nuestros problemas, miedos, tentaciones,
cerremos los ojos y que en nuestra mente y corazón resuene «Lo quiero, queda purificado»