PARA MEDITAR EN LUNES SANTO

 Equipo Pastoral 


El pasado domingo 5 de abril comenzamos la SEMANA SANTA.

Durante esta semana queremos preparar nuestro corazón para vivir el mayor gesto de amor que Jesús tuvo con nosotros.

En primer lugar, ¡te hacemos la siguiente propuesta! ¡Animate! Pueden hacerlo en familia.

        Armar nuestro altar

Buscaremos un lugar especial de nuestra casa donde poder armarlo. Tiene que ser un lugar que nos invite a rezar durante toda la Semana Santa.

Colocamos una mesita, una vez que tengamos el apoyo que hará de altar buscaremos una tela o un mantel para cubrirlo.

Es muy importante que también en el centro de nuestro altar esté la palabra de Dios, podemos poner una Biblia si es que se tiene en la casa y una imagen de la Virgen. También podes agregar una cruz o rosario.

        Escuchemos la Palabra

Evangelio de Juan 12, 1-1

En silencio recuerda el texto bíblico

¿Qué palabras resuenan en tu interior?

 ¿Qué sientes al contemplar la vida de Jesús?

Disfruta en tu corazón la Palabra, cierra los ojos, escucha al Señor.



 

 Finalmente nos detendremos en la figura de María, la de Betania, hermana de Lázaro y Marta.

El amor de María hacia Jesús era grande. Lo admiraba como muchos (había resucitado a su hermano), lo quería como pocos. Guardaba un perfume realmente especial con el que quería agasajar a Jesús que saldría de esa casa hacia un destino que ella desconocía.

María, la de Betania, estaba deseosa de demostrarle a Jesús cuánto le amaba, le tenía tal devoción que se echó a sus pies, ante la mirada asombrada de todos los que la miraban en ese momento y que habían llegado a la casa acompañando a Jesús. Derramó todo su perfume sobre Cristo, no se guardó ni una sola gota de aquello tan valioso para ella para entregárselo a Él.

Y nosotros… ¿Derramamos nosotros todo lo que tenemos, por muy valioso que sea, a los pies de Cristo?

Él sí lo hizo por nosotros.

¿Se está llenando nuestra casa, nuestra vida, del olor de su perfume?

Es el amor a Jesús que la lleva a realizar ese signo con Él.

Podemos reflexionar en torno a estas preguntas y a otras que vayan resonando en tu corazón.

Cada vez que uno se encuentra con Jesús, en nuestras casas, cada vez que rezamos, amamos, renunciamos a nosotros mismos en bien de los demás, se llena nuestra casa de este perfume del amor y oración.

Cuando hay oración y amor, lo que hay es la presencia de Jesús.

 

Reflexión del Papa Francisco del Evangelio según San Juan (12, 1-11)

Este 6 de abril, en la Misa en Santa Marta, el Santo Padre volvió a dirigir su pensamiento a los encarcelados y al grave problema del hacinamiento en las instituciones penitenciarias, rezando para que los responsables encuentren soluciones. En su homilía, habló de los pobres, víctimas de la injusticia de las políticas económicas mundiales, y recordó: que al final de nuestras vidas seremos juzgados por nuestra relación con los pobres.

“Pienso en un grave problema que existe en muchas partes del mundo. Me gustaría que hoy rezáramos por el problema de la superpoblación en las cárceles. Donde hay hacinamiento – tanta gente allí – existe el peligro, en esta pandemia, de que termine en una grave calamidad. Oremos por los responsables, por los que tienen que tomar las decisiones en esto, para que encuentren un camino justo y creativo para resolver el problema”.

En su homilía, el Santo Padre comenta el Evangelio, en el que María, hermana de Lázaro, ungió con un precioso perfume los pies de Jesús, provocando la crítica de Judas: ese perfume – dice el que iba a traicionar al Señor – podría venderse y lo recabado podía ser entregado a los pobres. El evangelista señala que dijo esto no porque se preocupaba por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa común, cogía lo que ponían en él. Jesús le respondió: "Déjala hacer, porque ella tenía reservado ese perfume para el día de mi sepultura. Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, pero no siempre me tienen a mí. El Papa habla de los pobres: son muchos, en su mayoría están escondidos y no los vemos porque somos indiferentes. Muchos pobres son víctimas de las políticas financieras y de la injusticia estructural de la economía mundial. Muchos pobres se avergüenzan de no tener medios y acuden a Cáritas en secreto. Los pobres – recuerda el Papa – los encontraremos en el juicio final: Jesús se identifica en ellos.

Este pasaje termina con una observación: “Los jefes de los sacerdotes decidieron entonces matar a Lázaro también, porque muchos judíos se alejaban de ellos por él y creyeron en Jesús”. Para éstos no fue suficiente con matar a Jesús, sino también a Lázaro, porque era un testigo de la vida.

Pero hoy me gustaría detenerme en una palabra de Jesús. Seis días antes de Pascua – estamos justo en la puerta de la Pasión – María hace este gesto de contemplación: Marta servía – como en el otro pasaje – y María abre la puerta a la contemplación. Y Judas piensa en el dinero y piensa en los pobres, pero no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como guardaba la caja de dinero, cogía lo que ponían en ella. Esta historia del administrador infiel es siempre actual, siempre la hay, incluso a un alto nivel: pensemos en algunas organizaciones caritativas o humanitarias que tienen tantos empleados, tantos, que tienen una estructura muy rica en personas y al final el cuarenta por ciento llega a los pobres, porque el sesenta es para pagar el sueldo a tanta gente. Es una forma de quitarles el dinero a los pobres. Pero la respuesta es Jesús. Y aquí quiero parar: "Los pobres siempre están con ustedes". Es una verdad: "Los pobres siempre están con ustedes". Los pobres están ahí. Son muchos: están los pobres que vemos, pero ésta es la parte más pequeña; la gran cantidad de pobres son los que no vemos: los pobres ocultos. Y no los vemos porque entramos en esta cultura de indiferencia que es negacionista y negamos: "No, no, no son muchos, no se ven; sí, es así...", siempre disminuyendo la realidad de los pobres. Pero hay muchos, muchos.

O incluso, si no entramos en esta cultura de la indiferencia, existe la costumbre de ver a los pobres como adornos de una ciudad: sí, están ahí, como estatuas; sí, están ahí, se pueden ver; sí, esa viejecita mendigando, esa otra... Pero como si fuera algo normal. Es parte de la ornamentación de la ciudad tener gente pobre. Pero la gran mayoría son las víctimas pobres de las políticas económicas, de las políticas financieras. Algunas estadísticas recientes lo resumen así: hay tanto dinero en manos de unos pocos y tanta pobreza en muchos, en muchos. Y esta es la pobreza de tantas personas que son víctimas de la injusticia estructural de la economía mundial. Y [hay] tantos pobres que se avergüenzan de mostrar que no llegan a fin de mes; tantos pobres de la clase media, que van en secreto a Cáritas y piden en secreto y sienten vergüenza. Los pobres son mucho más que los ricos; mucho, mucho... Y lo que dice Jesús es cierto: "Porque los pobres están siempre con ustedes". ¿Pero yo los veo? ¿Soy consciente de esta realidad? Especialmente la realidad oculta, los que se avergüenzan de decir que no llegan a fin de mes.

Recuerdo que en Buenos Aires me habían dicho que en el edificio de una fábrica abandonada, vacía durante años, estaba habitado por unas quince familias que habían llegado en esos últimos meses. Fui allí. Eran familias con niños y cada uno había tomado una parte de la fábrica abandonada para vivir. Y, mirándolos, vi que cada familia tenía buenos muebles, muebles de clase media, tenían televisión, pero iban allí porque no podían pagar el alquiler. Los nuevos pobres que tienen que dejar la casa porque no pueden pagarla, van allí. Es esa injusticia de la organización económica o financiera la que los lleva allí. Y hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en el juicio. La primera pregunta que nos hará Jesús es: "¿Cómo te va con los pobres? ¿Los has alimentado? Cuando estaba en prisión, ¿los has visitado? En el hospital, ¿lo viste? ¿Ayudó a la viuda, al huérfano? Porque yo estaba allí". Y por eso seremos juzgados. No seremos juzgados por el lujo o los viajes que hagamos o la importancia social que tengamos. Seremos juzgados por nuestra relación con los pobres. Cuando Jesús dice: "Tienen a los pobres siempre con ustedes", quiere decir: "Siempre estaré contigo en los pobres". Estaré presente allí".