"HOMBRE DE POCA FE, ¿PORQUE DUDASTE?" Mt 14,31
Equipo
Pastoral
Querida comunidad educativa:
Nos
volvemos a encontrar en torno a la Palabra de Dios…
Nos ponemos en presencia de Dios
para comenzar la oración de hoy.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 14,22-36:
En
aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús
hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla.
Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la
noche, estaba él solo allí. Entre
tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el
viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el
agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían:
“¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida:
“Tranquilícense y no teman. Soy yo”. Entonces
le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”.
Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el
agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó
a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano,
lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” En
cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se
postraron ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”. Terminada
la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de
aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los
enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y
cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Palabra del Señor
Reflexionamos…
Caminar sobre las aguas, ¡qué proeza!, está fuera de nuestro
alcance. Por eso sucede que cuando leemos estas líneas no lleguemos a penetrar
su mensaje hasta el fondo.
Entonces, ¿cuál es la clave de lectura?
Pedro no camina hasta que Jesús le dice: Ven, también Jesús
nos dice esa palabra en diversas ocasiones al día: cada vez que nos viene a la
mente una buena obra: hacer un favor, dar una limosna, etc. Es posible que no
nos demos cuenta de esta realidad, pero es Dios quien nos inspira esos
pensamientos.
Las dificultades llegan cuando nos pide algo más, un
sacrificio mayor. Es entonces cuando sentimos que nuestras pasiones se rebelan
y nos echamos atrás. Aquella posibilidad de avanzar se ha convertido en un fracaso,
en un naufragio. ¿Por qué?
Veamos qué le sucedió a Pedro. Al principio se asustó al ver
a Jesús, que llegaba de forma tan inesperada. Pero al ver que era Él, se sintió
seguro, y a la voz de su Maestro comenzó a dar los primeros pasos. ¿Y luego?
Dudó, tuvo miedo, no confió en el poder de Cristo para continuar adelante, y
empezó a hundirse. Lo que le faltaba era fe.
Con fe, Pedro hubiera cruzado a pie todo el lago. Con fe, nosotros también seríamos capaces de los mayores milagros. Si tuviéramos un poquito de fe, nos sorprenderíamos de hasta dónde podemos llegar.
Meditación del Papa Francisco
Pedro con el
arrojo que le caracteriza le pide casi una prueba: “Señor si eres tú, hazme
caminar hacia ti sobre las aguas”; y Jesús le dice “¡Ven!”. Pedro baja de la
barca y pone a caminar sobre el agua, pero el viento fuerte azota y comienza a
hundirse. Entonces grita: “¡Señor, sálvame!”, y Jesús le tiende la mano y lo
levanta.
Esta narración es una hermosa imagen de la
fe del apóstol Pedro. En la voz de Jesús que le dice “Ven”, él reconoce el eco
del primer encuentro a orillas de aquel mismo lago y en seguida, nuevamente,
deja la barca y va hacia el Maestro. ¡Y camina sobre las aguas! La respuesta
confiada y pronta al llamado del Señor hace cumplir siempre cosas
extraordinarias.
Jesús ahora mismo nos decía que nosotros
somos capaces de hacer milagros con nuestra fe: la fe en Él, en su palabra, la
fe en su amor
En cambio, Pedro comienza a hundirse
cuando que quita la mirada de Jesús y se deja influenciar por las circunstancias
que lo circundan.
Pero el Señor está siempre allí, y cuando
Pedro lo invoca, Jesús lo salva del peligro. En la persona de Pedro, con sus
entusiasmos y debilidades, se describe nuestra fe: siempre frágil y pobre,
inquieta y a pesar de todo victoriosa, la fe del cristiano camina hacia el
Señor resucitado, en medio a las tormentas y peligros del mundo.
Es muy
importante también la escena final: “Apenas subieron a la barca el viento cesó.
Aquellos que estaban en la barca se postraron delante de Él diciéndole:
'¡Realmente eres el Hijo de Dios!'”
Amén.