"¿QUIÉN DICE LA GENTE QUE ES EL HIJO DEL HOMBRE?" Mt 16,13

   Equipo  Pastoral 


Querida comunidad educativa:

Nos volvemos a encontrar en torno a la Palabra de Dios…


Nos ponemos en presencia de Dios para comenzar la oración de hoy.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 16,13-19:

 

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

Palabra del Señor

 

 

Reflexionamos…

Cristo pregunta a sus apóstoles: ¿quién dice la gente que soy yo? Pone esta pregunta sólo después de haber llevado a término su misión de enseñar lo que el Padre le ha dicho. Podría decirse que el caso ya está expuesto y ahora llega el momento de pronunciar el juicio. Sin embargo, la gente que ha visto y oído todas las pruebas necesarias para reconocerlo como Mesías, no termina por comprender sus signos.

Es como si un velo cubriera sus ojos y les impidiese dar una respuesta segura y convincente: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo."

Para Pedro, al igual que para Pablo tiempo después, Cristo fue un auténtico enigma difícil de descifrar. Por ejemplo, ¿qué pensaría Pedro al ver a su maestro caminando sobre las aguas? O ¿cuáles sentimientos fluirían es su corazón cuando escucha de Cristo "sobre ti edificaré mi Iglesia" y más tarde le dice "apártate de mí Satanás."

Este misterio sobre Cristo lo comprenderíamos mejor con los ojos de la fe que nos da el Padre. Mientras la fe no sea le oxígeno de nuestra vida, no seremos capaces de reconocer a Cristo como el Mesías. Por esto Cristo le dice a Pedro "dichoso Tú, Pedro, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre sino mi Padre que está en el cielo."

El don de la fe se lo dona el Padre a Pedro no por mérito de Pedro ni por sus cualidades personales -era pescador- sino por su propia bondad. Es el don más precioso, el de reconocer a Dios como Mesías, como la auténtica luz que guiará nuestros pasos hacia la felicidad eterna. Y gracias a la fe Pedro y Pablo encontraron la fuerza para llevar a término su misión en la tierra.

 

Meditación de Benedicto XVI:

 

Pedro responde: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Acto seguido, Jesús pronuncia la declaración solemne que define, de una vez por todas, el papel de Pedro en la Iglesia: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (...). A ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos". Las tres metáforas que utiliza Jesús son en sí muy claras: Pedro será el cimiento de roca sobre el que se apoyará el edificio de la Iglesia; tendrá las llaves del reino de los cielos para abrir y cerrar a quien le parezca oportuno; por último, podrá atar o desatar, es decir, podrá decidir o prohibir lo que considere necesario para la vida de la Iglesia, que es y sigue siendo de Cristo. Siempre es la Iglesia de Cristo y no de Pedro."

 

Amén.